RoboCop de Frank Miller

Frank Miller. RoboCop: Too much for the cinema

RoboCop de Frank Miller«Te puedes comer mi salchichón«

 

Imaginemos por un momento las duras críticas que Frank Miller le dedicó al mundo de la televisión en El Regreso del Caballero Oscuro y (sobre todo) en El Contraataque del Caballero Oscuro. Ahora tomemos a su obra cumbre, Sin City, y dotémosla de color a la par que la liberamos de cualquier atadura y restricción que le pudiera quedar a aquella historia sobre asesinos, borrachos y prostitutas en los bajos fondos de una ciudad decadente. La orgía de depravación y violencia resultante vendría a ser el guión con el que Miller pretendía retratar al mito de los ochenta conocido como RoboCop en el cine… Las productoras dijeron «no», pero el mundo del cómic volvió a recibir con los brazos abiertos el trabajo de uno de los guionistas más interesantes del siglo pasado.

 

Steven Grant (escritor del cómic en que se basa 2 Guns) adaptó el guión de Miller y situó la acción en una distópica Detroit que no dista mucho de la actual (desalojos, miseria, paro, corrupción…) y en la que un sindicato de la policía harto de la continua bajada de salarios y de medidas de ahorro descomunales y absurdas se declara en huelga, sumiendo la ciudad en el caos (¡mira tú por donde, como en Argentina!) y cediendo el poder y la autoridad para ejercerlo a la OCP, una corporación con mucho dinero y una idea muy clara de cómo quiere que se desarrolle la ciudad en los próximos años. Dicha corporación utiliza para mantener el orden (su propio concepto de orden) a un antiguo héroe de la policía caído en combate y reanimado para hacerse cargo de una máquina de matar conocida como el RoboCop.

 

Y así es como se nos presenta al personaje. Miller (y Grant) decidió que ya sabíamos bastante del dramático pasado de Murphy y que no hacía falta volver a relatarlo, sino aprovechar ese «tiempo extra» para ofrecernos una fotografía muy clara de lo que él entendía por una sociedad al borde del abismo por la desidia de unos y la avaricia del resto. Hace poco os comentaba cómo Consejo Real hablaba de este mismo tema enfocándolo de una manera humorística y absurda. Miller y Grant escogieron una manera bastante más cruda y exagerada para criticar precisamente las mismas cosas. Impagable la escena del presidente de los Estados Unidos anunciando supositorios.

 

RoboCop de Frank Miller

 

«La regulación federal requiere que todos los pasajeros lleven ayudas respiratorias mientras el tren esté en el túnel«

 

RoboCop cuenta, además, con el formidable dibujo del español Juan José Ryp, quien camina en la cuerda floja entre el realismo y la caricatura ofreciéndonos mujeres con curvas de vértigo junto a seres que cuesta calificar de humanos y otros que provocan una risa que se encuentra a medio camino entre divertida e inquieta. Por si fuera esto poco, el dibujante se dedica a regalar referencias a la cultura pop as diestro y siniestro (camisetas de Bart y de Shin-Chan, muñecos de acción…) sin escatimar en vísceras, sangre y miembros cercenados cuando la situación se anima. Quizá el único problema del dibujante nativo de Algeciras es que con tanto detalle uno termina por perderse en alguna de las escenas de acción y cuesta saber quién está golpeando y quién está siendo golpeado en el frenesí de disparos, puñetazos, llamas y adoquines saltarines.

 

Aleta reedita ahora este cómic (que inicialmente puso a la venta en 2008) cuando el estreno de la nueva (y probablemente descafeinada) versión de RoboCop está a la vuelta de la esquina (12 de febrero en Estados Unidos). El formato, rústica, se lo debemos a un intento de ajustar el coste de un cómic que cuenta con 217 páginas a todo color, pero quizá las prisas o quizá el descuido ole han costado a la editorial un buen número de páginas ligeramente desenfocadas o directamente mal rotuladas. Un defecto menor para un cómic imprescindible para los fans de los robots en general y de RoboCop en particular, pero un defecto al fin y al cabo.

Acerca de RJ Prous

Avatar de RJ Prous

En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados