Bienvenidos al Fin del Mundo

Bienvenidos al Fin del Mundo: De Pub en pub

Bienvenidos al fin del mundo abre con una idea clara, las noches que comienzan como otra cualquiera pero que terminan con el mundo a tus pies. Y es que llega un momento en la vida de toda persona, ya tenga 18, 25, 35, 45 o en adelante en el que  «salir de fiesta» cobra un papel importante. En este sentido, como en todo, para gustos los alcoholes. Tenemos desde el veinteañero que empieza a sentirse mayor para tanta irresponsabilidad y decide sustituir los fines de semana desfasados por una copita de vino/gintonic y una buena charla, hasta el madurito con síndrome de Peter Pan que no ha asumido que tiene 3 hijos y 2 hipotecas que no se pagan cerveza tras cerveza.  En este caso el rey del mundo es Gary King (Simon Pegg), un cuarentón anclado en los tiempos adolescentes donde ejercía de líder de la pandilla en el instituto. Inmerso en una crisis fiestera de años de desfase incontrolado y marcado por una gran noche, la mejor noche de su vida cuya misión era recorrer la milla de oro: 12 pubs, 12 cervezas. Decide entonces retomar su sueño traumado y llegar al último de los pubs, «The World’s end«. Para ello intentará convencer uno por uno a aquella pandilla de viejas glorias, ahora separada.

 

Los componentes de este grupo están interpretados por actores de la más alta talla inglesa comediante. Simon Pegg a la cabeza, consigue meterse magníficamente en la piel de su personaje y crea en el espectador las sensaciones que se requieren en cada momento. Ya que uno siente amor/odio indistintamente por él a lo largo de todo el film. No consigue madurar y se mantiene estancado en llevar una vida que ya no existe, frente al resto de personajes interpretados por el humor de Nick Frost, un Paddy Considine más soso que en otras ocasiones, el siempre brillante Martin Freeman y Eddie Marsan en la piel de otra repetida actuación de mosquito muerto. Todos ellos dan personalidad a sus cuarentones en base a los caminos que siguieron sus vidas al abandonar el pueblo natal que les unía. En esto, Edgar Wright, junto con Pegg (también guionista), logra reflexionar sobre cómo la sociedad y el sistema a nivel laboral o familiar actúa en el individuo puliendo la personalidad de cada uno. Una personalidad que lucha a la vez por mantener los aspectos humanos más esenciales.

 

Es imposible no resaltar la importancia que Edgar Wright concede a la amistad en sus películas, y en la trilogía del cornetto especialmente. Su  mensaje es claro, la unión hace la fuerza y la amistad se levanta por encima de cualquier barrera. Una amistad siempre masculina en la que cualquier hombre podrá verse reflejado con las situaciones verídicas y un tanto «frikis» que se presentan. Factor que Wright no ha dudado enfatizar con referentes a otros films, en Arma fatal (Hot Fuzz) por ejemplo, haciendo un guiño al clásico Le llaman Bodhi (Point Break). La diferencia en la trilogía pasa por la estabilidad amistosa de la primera, el nacimiento de la amistad en la segunda y un cambio de roles en esta tercera, Simon Pegg ahora hace de poli malo, para entrar a discutir los problemas, la decepción y el perdón.

 

Bienvenidos al Fin del Mundo

 

Desde el primer minuto de película, se reconoce una realización muy personal, marcada por planos dinámicos, saltos de música y un estilo cercano al videoclip. Se asimila en cierto punto a la forma de realizar de Guy Ritchie. Y también es comparable a otro director británico, Richard Curtis, pero esta vez por la manera de tratar la comedia. Es una comedia inglesa, con un humor muy irónico. La cual es bastante recomendable ver en versión original. Los acentos y ciertas bromas no se entienden de la misma manera en una versión doblada. El toque personal de Edgar Wright llega con la ciencia ficción que cierra, con esta tercera, la «trilogía del Cornetto».  En Ant-Man, su siguiente película prevista para ser estrenada en 2015, quizás combine sus característicos barridos, las notables escenas de acción y la estética cómic resaltada en Scott Pilgrim contra el mundo (sí, parece que Edgar lo ve todo como una mundial lucha) con el toque sobrenatural de Bienvenidos al fin del mundo. Sin olvidar las miles de referencias y segundas intenciones que el inglés inserta en cada uno de sus trabajos.

 

Junto con Zombies Party (Shaun of the Dead) y Arma fatal, esta película introduce un nuevo sabor al helado que con tanto gusto se pasea por las tres películas. Sí, ¡el Cornetto tiene su cameo! La sangre pasa a ser azul y los robots sustituyen a los zombies y los asesinos para colarse en el escenario con una clara influencia de La invasión de los ladrones de cuerpos del Don Siegel de 1956. Todo ello hace que haya una diferencia muy marcada entre la primera y la segunda parte de película. Al igual que ocurre con la reciente Juerga hasta el fin (This is the end) de Seth Rogen y Evan Goldberg. Si ésta te gustó es inevitable no encontrar parecidos razonables en tema, juergas amistosas y una situación apocalíptica.

 

La risa y las ganas de entrar al pub más cercano, que mantiene una seña de identidad británica constante, están garantizadas.

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