Blackhat

Blackhat: Terroristas nerds


Ocupado durante los últimos años en sus quehaceres televisivos, Michael Mann retoma la senda del thriller en su vuelta a la gran pantalla tras su discutida Enemigos públicos que protagonizaran Johnny Depp y Christian Bale sobre la obra del gángster John Dillinger durante los años 30. Para esta nueva incursión, lejos de la acción de títulos como Heat o Miami Vice, el cineasta apuesta en Blackhat por las persecuciones digitales, poniendo el foco en el ciberterrorismo tan de moda últimamente (que se lo digan a Sony Pictures).

 

Chris Hemsworth y Tai Weng en Blackhat

 

Si bien huye del maniqueo y sobreexplotado discurso atemorizador sobre los peligros de la red que se sustrae de muchos de esos thrillers llamados tecnológicos que tienen en los hackers a sus malechores; Blackhat no puede evitar caer en la repetición de esquemas y tópicos del género, tanto en la configuración de sus personajes protagonistas como en los giros de la historia que van sucediéndose, dando lugar a una propuesta bastante plana en su contenido.

 

Porque con un arranque más bien pausado, la película se debate, sin terminar de decidirse, entre ser una historia de corte realista sobre la guerra cibernética, con atención tanto en lo que acontece en los despachos como en el «frente», o abrazar la vertiente más alocada del género, esa que en pos del entretenimiento hace añicos la lógica y fuerza al extremo el pacto de verosimilitud con el espectador. Un muy difícil equilibrio que, a un nivel muy básico, funciona. Sobre todos si las expectativas no son muy altas.

 

Con el público chino como objetivo principal del film (aquí los buenos son Chris Hemsworth y ellos, con el gobierno norteamericano poniendo trabas a la consecución de la justicia), Michael Mann decide no complicarse la vida y aunque son reconocibles sus señas de identidad en ciertos movimientos de cámara. la fotografía o el montaje, hay una cierta sensación de desgana, de no querer sacar el potencial de muchas de las ideas que van apareciendo. Estas se pierden o se desechan con tal de la atención no se desvíe de las peripecias informáticas de Thor y sus amigos. Una verdadera lástima. Y aunque los personajes y relaciones entre estos sean los perfectos ejemplos de simplicidad, el director consigue que estos funcionen bien entre ellos, palpándose principalmente la química entre Hemsworth y Tang Wei (primordial para que la película no se desinfle por completo en su último acto).

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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