Camino a la libertad: Sobreviví a Siberia, morí en el Gobi

Titular1941, Polonia. Tras la invasión de dicho país por los alemanes, Slavomir Rawicz escapa del gulag en el que se hallaba preso junto con 6 de sus compañeros. 6.500 km de ruta a pie desde Siberia hasta la India pasando por el Desierto del Gobi, el Tibet y el Himalaya. Increíble pero cierto, o al menos eso se nos quiere hacer creer en el libro The walk long, sobre el cual se inspira Camino a la libertad.

Una trama interesante que sumada a las actuaciones de Jim Sturgess, Ed Harris y Colin Farrell entre otros, junto a la dirección de Peter Weir (El show de Truman) suena cuanto menos a un resultado fílmico atractivo. Lástima que tras la salida del cine la palabra atractiva sea la última que se te pase por la cabeza.

¿De qué sirve tener una historia fascinante si el narrador no la cuenta de manera interesante?, ¿de qué sirve tener a actores brillantes si sus personajes son totalmente planos?, ¿de qué sirve contar con un buen director si no logra mantener al público interesado por la historia que está viendo? No hace falta que responda a las preguntas, ¿no?

Un intento de película de aventuras más que de cualquier otra cosa, demasiado largo para soportarse entero. Dos horas de largometraje de las cuales sobra la mitad, debido a que la segunda parte en la que los protagonistas caminan a través del cálido y árido desierto no es sino un calco de la primera en el que lo único que cambia es el decorado: los bosques nevados y helados de Siberia.

Si Weir se hubiera comido los últimos 60 minutos igual nos hubiera ahorrado más de un cabezazo en nuestras butacas, porque ni tensión, ni identificación con los personajes ni nada de nada. La película al final tan sólo consiste en los pasos de los fugados hasta su último destino, sin más.

Eso sí, hay escenas muy bien filmadas y unos paisajes impresionantes en algunos casos pero… ¿merece por eso la pena? yo creo que no.

Resumiendo, si fuera uno de los reyes magos, ni carbón le dejaba a esta película

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