Dallas Buyers Club: Desgarrando desde la ilegalidad

Dallas Buyers Club

Dallas Buyers Club

Título Original: Dallas Buyers Club

Director: Jean-Marc Vallée

Guión: Craig Borten, Melisa Wallack

Reparto: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O’Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Lawrence Turner, Jonathan Vane

EEUU / 2013 / 117′

Productora: Focus Features / Truth Entertainment / Voltage Pictures / R² Films / Evolution Independent

Un lugar del estado de Texas, unos vaqueros burdos haciendo mención a la homosexualidad de Rock Hudson, y unos no muy lejanos años ochenta en los que el Sida era algo marginal…

Un lugar del estado de Texas, unos vaqueros burdos haciendo mención a la homosexualidad de Rock Hudson, y unos no muy lejanos años ochenta en los que el sida era algo marginal. Qué joya nos regaló la pasada edición de San Sebastián, con razón estaba en la sección Perlas: uno de esos proyectos que durante décadas rula de un estudio a otro, primero iba a contar con Brad Pitt, luego con Ryan Gosling… Finalmente cayó en manos del realizador Jean-Marc Vallée y Matthew McConaughey se quedó con el papel protagonista. Y así, el pasado domingo, le propició el primer Oscar de su ya consolidada carrera.

A modo de calendario, la película cuenta las andanzas ilegales de Ron Woodroof, un hombre que en 1986 le diagnosticaron que era portador del VIH, un padecimiento que en la América profunda de los ochenta era una “enfermedad de maricones”. Ante la precaria e ignorante situación de la sanidad estadounidense frente a tal mal, este paciente, un tipo grosero y chabacano, investiga sobre la posible terapia para curarse, lo que le lleva a traficar con medicamentos no homologados por las autoridades del país. Para él y para todos aquellos que las necesiten.

Dallas Buyers Club

Convertido en este Robin Hood americano con sombrero de cowboy, McConaughey está tan espléndido como grimoso. Los veintidós kilos perdidos han sido un plus para ganar la codiciada estatuilla, aunque ha necesitado más; perdió kilos, pero nada del talento que destilaba en Mud. Su pose de vaquero tísico con gafas de sol desmesuradas, sombrero y camisas que le quedan grandes hacen tirar por los suelos la imagen del chico duro norteamericano. Despojado de sus músculos y de las películas pastel, queda un diamante en bruto al que no hace falta pulir ni con citas ni con romances. Sus gestos son sublimes unos desde el minuto uno, como en la escena donde le comunican sobre su enfermedad, o como cuando se informa de las –por aquél entonces desconocidas– vías de contagio.

El motor que sostiene el metraje es la evolución de Ron, y el actor explora todas las facetas que este pobre hombre puede tener, desde la de ciudadano que lucha por sus derechos frente a las multinacionales, hasta la imagen de Don Juan de capa caída que exhibe en su cena con Eve (Jennifer Garner).

Jared Leto impresiona de primeras por su físico, pero de segundas deslumbra con su actuación. Desde el minuto uno llama la atención su Rayon, un transexual también contagiado. Las minifaldas y el maquillaje ayudan mucho, pero los andares y la voz son de él, otro de los guapos oficiales de Hollywood junto con su compañero de reparto. Un par de lo más amargo a los que Jennifer Garner intentará aportar algo de apoyo y dulzura; ojalá en la seguridad social los trabajadores fueran tan afectuosos con el personal como es ella vestida de doctora comprometida. Está muy correcta en el papel y no desentona frente a sus portentosos pacientes.

Vallée ha sabido coordinar muy bien el buen montaje y apoya el duro relato en planos rápidos y mucha cámara en mano, jugando con los contrastes de luz: rojas y oscuras en los flashbacks de los encuentros sexuales de Ron, blancas y claras en el hospital oficial, o verdes cuando asiste a consultas ilegales. El cuadro sin duda es trágico, pero el dibujo es muy sutil, sin pinceladas toscas de superproducción. El cineasta ha sabido pintar con precisión, sin pasarse para mostrar ácida y duramente la cara B de las industrias farmacéuticas y de las altas esferas del poder. Por eso se desquita de los sentimentalismos, aunque llegando al espectador.

Otro punto destacable es cómo adereza la banda sonora formada por diversos temas de rock la narración. Qué perfectas quedan las notas de Life is strange de T. Rex al final. Un punto dulce para sobrellevar mejor la amargura percibida.

No hay duda de que la academia siente predilección por determinados mártires, entre ellos los seropositivos. No obstante esta cinta desgarra con amargura, no endulza como se ha hecho en el celuloide con otros contagiados del VIH, –ahí está Philadelphia–. Esto no le quita méritos ni a Vallée ni a los dos actores, porque su labor es encomiable, y no sólo por adelgazar a lo bestia. Los Oscar han ido a parar a justas manos. Una propuesta interesante, ardua y reivindicativa que sabe quedarse en la medida necesaria para no excederse con la protesta, ni con altos niveles de dramatismo que requieran pañuelo. Un título hecho para circuitos independientes, pero digna del éxito recabado dentro de 86ª Edición de los Oscar.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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