El Americano: Ruta turística por los pueblos de Italia

Titular Antes de ver Control (Anton Corbijn, 2007), no tenía conocimiento de la existencia del director en sus otras facetas, léase, fotógrafo, principalmente. Pero su debut tras las cámaras tenía tal fuerza que se convirtió inmediatamente en un referente a seguir.

Por eso, El Americano era cita obligada, también por todo lo que se ha hablado de ella, que si sonaba para los próximos Oscar, que si Clooney y Corbijn rodando en Italia pintaba muy bien, aunque a la hora de la verdad no ha gustado tanto a la crítica como era presumible. Eso sí, en cuanto a taquilla se refiere, no le ha ido mal en Estados Unidos, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una película «menor».

Pues efectivamente, este largo tiene, antes de entrar en la sala, mucho atractivo, que en los primeros minutos de metraje se ve cumplido. Empieza fuerte, con ese paraje sueco helador, dándote señales de por dónde va a ir el resto de la película.

Sin embargo, una vez que «el americano» llega a Italia, da la sensación de que la película se va perdiendo intentando mostrar el encanto del paisaje rural transalpino, con Castel del Monte, como principal referencia.

 

TitularEsto no quiere decir que no tenga historia, que no avance y que no tenga algunos momentos brillantes; los tiene, y varios, pero también es una historia predecible, con un final que adivinas a los veinte minutos. Aún así, tiene varias cosas interesantes que ofrecer.

La primera de ellas la puesta en escena, primero por las localizaciones, que desde luego, están muy bien escogidas, sobre todo si te paseas por esos pueblos siendo George Clooney, que no eres cualquiera. Pero lo dicho, no sólo el encanto, si no la planificación del tiro de cámara me parece perfecta en casi toda la más de hora y media que dura el filme. El contraste entre los planos lejanos con esos primeros planos asfixiantes, la geometría de cada encuadre está realmente bien pensada y eso le da mucha fuerza a la historia, nos ayuda a empatizar con la situación de un asesino que se siente perseguido.

También me gustó especialmente la metáfora de la mariposa, que no voy a contar para no destripar nada, pero pienso que está llevada hasta el extremo con el tatuaje y los apodos.

Dicho esto, vamos con lo negativo. George Clooney es un hombre encantador (y un tremendo actor), no hay duda de ello, y Corbijn un gran fotógrafo, vale, pero lo que es virtud para la película en el caso del holandés se convierte en defecto en el caso del americano. Porque cuando un asesino es despiadado y falto de sentimientos, hierático hasta la saciedad, no te esperas a Clooney, no porque no lo haga bien, si no porque te pasas los 105 minutos de la película esperando que ponga su sonrisita y la mirada de seductor con la que juega en casi todas las películas.

Para dar una referencia y cerrar la crítica haré mías unas palabras que he oído respecto de la cinta y que son más que acertadas, «El Americano es Michael Clayton (Tony Gilroy, 2007) pero sin fuerza«.

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