El Quinto Poder

El Quinto Poder: En busca de la información

Las salas se han llenado de uno de los géneros favoritos en la pequeña pantalla: los biopics. Últimamente las historias cuyas vidas están ligadas a la tecnología y la información son muy recurridas. Ahí se encuentran afincados los chicos de La red social, o un Ashton Kutcher como Jobs. Ahora toca revisar a Julian Assange, el periodista/hacker/programador que a través Wikileaks desveló varias informaciones de alto secreto gubernamentales y crímenes corporativos. Tramas de corrupción o de alto secreto desmanteladas que darían para escribir varios «Jardineros Fieles» y «Argos». Héroe o villano, el fundador de esta plataforma merecía también su largometraje.

 

La ficción se basa en el libro que escribió Daniel Domscheit-Berg sobre su experiencia como mano derecha del australiano. El argumento por tanto se posiciona en el lado del informático alemán, y proyecta un Assange comprometido y ambicioso, pero también enseña un tipo muy reservado, apático y con ciertos problemas para relacionarse socialmente. Domscheit-Berg (alias Daniel Schmitt) discrepaba de la manera que tenía su colega de gestionar la información, que es lo que agita verdaderamente la trama de la película: al australiano no le importaba los daños secundarios, aunque pusiera en peligro la vida de miles de aliados de los Estados Unidos.

 

El Quinto Poder

 

Tras dirigir los dos últimos capítulos de la saga Crepúsculo, Bill Condon se pone detrás de la organización mediática para ofrecer un thriller donde se excede en explicar pormenores muy obvios para el público; mastica demasiado una historia de la cual el espectador querría conocer más detalles en lugar de que se sobre expliquen unos pocos.

 

Benedict Cumberbatch es un Assange más desgalichado que el real, y su interpretación, difiera o no del personaje real, es más que correcta. Daniel Brühl queda más atractivo que el Schmitt verdadero; con esas gafas y un asequible atuendo de informático estándar da el pego como la marioneta –como el verdadero se sintió– al servicio de su canoso colega. Laura Linney y Stanley Tucci quedan solventes dentro de las altas esferas estadounidenses, al igual que David Thewlis como periodista de investigación.

 

El Quinto Poder

 

El ritmo ágil, la fotografía efímera, las imágenes metafóricas (ese despacho por las nubes tan aclaratorio y reiterado), y una notoria banda sonora alejan el producto final del clásico telefilme al que el público español se ha habituado últimamente. Pero el montaje final con un estilo desordenado y planos recursos (demasiados planos tecleando frente al portátil que no aportan novedad alguna) restan fascinación y singularidad a uno de los hechos más relevantes de la historia actual.

 

Bélgica, Reino Unido, Noruega, Alemania,… Son muchas las estancias por las que el grupo de abanderados de la libertad pasaron durante los dos años precedentes a la bomba mediática que provocaron en 2010. El paseo por los aeropuertos y escondites de Europa es otro atractivo más aparte de las famosas filtraciones, como los documentos confidenciales del Pentágono o el famoso video «Asesinato Colateral».

 

El quinto poder es ficción, no un documental. Pero Josh Singer podía haber ahondado más como guionista. Se limita a acercar los hechos pero andando por encima de ellos, sin entrometerse demasiado en el meollo. Contras aparte, la cinta se disfruta y engancha hasta el final. Curioso también el plano final de Assange entrevistado desde la Embajada de Ecuador en Londres. Y no, esto no es spoiler, a no ser que no se haya leído la prensa últimamente.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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