Kung Fu Panda 3: Los pandas unidos, jamás serán vencidos.

La rama de animación del estudio Dream Works, fundado por Steven Spielberg, sorprendía al mundo en 2001 con una peculiar cinta de dibujos llamada Shrek. Se convertiría en un éxito instantáneo y sería sucedida por tres secuelas y un Spin Off (por ahora). A raíz de esto, la factoría conseguiría una constante serie de triunfos gracias a películas como Madagascar (dos secuelas y un spin off), la hilarante Vecinos invasores, El espantatiburones o la coproucción con Aardman «Wallace y Gromit: La maldición de las verduras», una de las grandes joyas de la animación en lo que llevamos de siglo.

El verano de 2008, estrena «Kung Fu Panda», que pronto se convertiría en la gallina de los huevos de oro y la máquina de hacer billetes. Nadie se esperaba aquello y la película acabaría recaudando varios millones de dólares y siendo nominada al Oscar de animación, unos años más tarde (2012) el estudio apuesta por una segunda parte, otra nominación al Oscar y un éxito más en taquilla; lo que les lleva a firmar por una tercera película.

La animación americana no está en su mejor momento, ya no se hacen películas, si no sucesiones de gags a ritmo frenético, claustrofóbico y no apto para epilépticos. Kung Fu Panda 3 se suma a esa moda, el espectador tiene la constante sensación de que no está viendo nada más que dibujos histriónicos en situaciones absurdas y carentes de la magia de los dibujos animados clásicos. En cuanto a trama, no hay por donde cogerla; cada secuencia es más estúpida que la anterior y los nuevos personajes son cargantes y desagradables, y hasta los ya conocidos terminan agotando.

Kung Fu Panda 3

Pero dentro de todo este conjunto de animales parlantes, no hay nada peor que la inhumana (nunca mejor dicho) cantidad de osos panda que aparecen en la película. Esa búsqueda de la risa fácil, que la gente piense «oh que monada», no sale bien, porque no se hace otra cosa más que detestar a esos animales llegándo a desear, para ellos, un final cruel y, si puede ser, macabro.

Lo único destacable de la película es su factura técnica los efectos de sonido y el doblaje (castellano) son impecables y que decir de la fuerza visual conseguida gracias a un exquisito uso del color y del «Cinemascope» para conseguir imágenes preciosas y potentes. La pregunta que nos debemos hacer es ¿Acaso los aspectos técnicos lo son todo en una película de animación?

Como conclusión a todo esto, podemos decir que la animación como pieza artística, en Hollywood, está en plena decadencia. Ya todo es una escusa para llenar salas de niños y estanterías de merchadising, miren si no los nuevos proyectos de Pixar que prepara, nada más y nada menos, cuatro secuelas de sus grandes éxitos. ¿Cuando romperá el saco?

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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