La bella y la bestia

La Bella y la Bestia: La oportunidad perdida

Disney lleva unos cuantos años transformando sus clásicos animados a películas de imagen real, con distinto resultado. Desde la primigenia Cenicienta a la grata sorpresa que fue El Libro de la Selva, pasando por el destrozo del personaje que hicieron en Maléfica (jamás les perdonaré que convirtieran a la mayor villana que han tenido en un trasunto de heroína) o Peter y el Dragón, que pasó sin hacer demasiado ruido en la cartelera. Todas estas películas se pueden considerar el camino de pruebas para ver los aciertos y errores que conllevan éstas adaptaciones, y así poder trabajar en uno de los mayores éxitos modernos de la factoría del ratón Mickey. Desgraciadamente, parece que en ésta producción se olvidaron de lo aprendido.

 

Kevin Kline y Emma Watson

 

Comencemos por el principio: El espíritu de la película. Obviamente se entiende que hay cosas que van a cambiar, se van a adaptar y se van a rehacer, bien por darle una sensación de “realismo”, bien porque no parezca demasiado infantil, o bien porque al no ser un dibujo animado quedaría extraño, pero lo principal al adaptar una obra es respetar su esencia, y en La Bella y la Bestia de Bill Condon nos cuesta muchísimo encontrar los detalles que nos enamoraron del film original.

 

La historia de amor entre Bella y Bestia resulta muy burda, casi inexistente. El empeño de demostrarnos lo diferente que es Bella del resto de su pueblo, y lo extremadamente inteligente que es con respecto del resto de aldeanos, logra todo lo contrario a lo que busca. En lugar de hacer que sintamos simpatía por Bella, hace que nos resulte incluso un poco desagradable. La Bestia, por su lado, es muchísimo más frío que en su versión animada, y de todos los personajes, por absurdo que parezca, el que más simpático resulta durante la primera mitad del film es el propio Gastón, aunque luego eso provoca que se acelere su caída a la maldad de forma bastante inverosímil. Además, la incapacidad de mostrarnos los sentimientos de los personajes hace que los números musicales añadidos sean meramente descriptivos, y con un tono repetitivo que resulta pesado, aburrido, y nos hace desear que se acaben para que llegue el siguiente número musical que conocemos.

 

Dan Stevens y Emma Watson

 

Y ahí llegamos a otro de los principales problemas de la película. El CGI. Parece que el uso de los efectos visuales está realizado sin cariño, sin ningún aprecio por los personajes originales. La Bestia, como he planteado antes, resulta fría, y es probable que sea por la animación de su cara, así como el resto de los personajes que adoramos: Lumière, DinDon, La Señora Potts, Chip… Por el afán de realismo, han perdido toda la expresividad que tenían. Mención aparte a DinDon, cuyo papel en la historia se ha reducido a la mínima expresión y resulta, más que nunca, un mero objeto decorativo.

 

Respecto a la dirección, nos vamos a encontrar más al director de las películas de Crepúsculo que al de Dioses y Monstruos. Los actores se ven perdidos, sobre todo Emma Watson, que en demasiados momentos me recordó más a Bella Swan, sin esbozar una sonrisa en casi todo el metraje, que a la verdadera Bella. Todos los grandes nombres de la película se ven infrautilizados. Emma Thompson, Ian McKellen o Ewan McGregor dan un toque a su versión original, pero tampoco resulta relevante su voz. Como antes, los villanos son los únicos que se salvan. Luke Evans como Gastón está disfrutando, y se nota, al igual que Josh Gad como LeFou. Por cierto, todas las críticas a hacer de LeFou un personaje abiertamente gay, resultan absolutamente infundadas. Ni es algo que afecte a la narración, ni resulta chocante cómo lo plantean, de hecho es bastante divertida su evolución durante el metraje.

 

Luke Evans

 

Así pues, una oportunidad perdida. No es una mala película, pero carece de la fuerza de su predecesora. Quizá guste a aquellos que nunca han disfrutado de La Bella y la Bestia, pero a todos aquellos que crecimos con el clásico les provocará unas ganas enormes de llegar a casa y poner el Blu-Ray de la versión animada. Pensándolo bien, eso no es tan malo.

Acerca de Alberto Garrido

Hay quien le describe como un hombre del Renacimiento moderno. Sus aficiones le han llevado a trabajar y colaborar en aquello que disfruta, ya sea como maestro, mago, jurista, o dentro del mundo del cómic. Su hábitat natural es entre capas rojas y S amarillas.

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