La Fría Luz del Día

La Fría Luz del Día: Liándola parda

 

Hay una diferencia abismal entre un guión simple y un mal guión. Las películas que cuentan con el primero son las que denominamos entretenidas, esas que muchas veces olvidamos tan pronto como las hemos visto. Gran parte del cine de acción se ha nutrido de guiones simples para después, por medio de explosiones y chascarrillos lograr la difícil tarea de entretener al espectador.

 

Un mal guión, sea simple o complicado, tumba cualquier idea de partida y aburre a quien tiene la mala suerte de caer en el engaño del título, el reparto o cualquier otro factor de la cinta en cuestión. Así, el concepto de un joven empresario (Henry Cavill) cuya familia es secuestrada durante sus vacaciones y que queda en medio del fuego cruzado entre la CIA y unos terroristas se va al garete por culpa de un nefasto trabajo de Scott Wiper y John Petro, los guionistas de La Fría Luz del Día.

 

Verónica Echegui y Henry Cavill en La Fría Luz del Día

 

El aburrimiento y los buenos detalles:

 

En La Fría Luz del Día podemos disfrutar de momentos de acción intensa rodada con mucho estilo [SPOILER] la caída de Cavill desde el balcón es alucinante, [FIN DEL SPOILER] seguidos por otros tan bochornosos que uno no sabe dónde meterse. Una cosa es que la acción sea predecible -llevamos 20 años o más haciendo la misma comedia romántica y la misma película de acción sin que la taquilla se resienta- y otra bien distinta es preparar cada giro de guión con indirectas tan poco sutiles como un gancho de izquierda.

 

A esto me refería al principio con los guiones malos. El equipo de la película tira de oficio y nos presenta la típica cinta de civil que se convierte en la más mortífera arma para proteger lo que más quiere y que al final aprende la más valiosa lección de la vida: la justicia hay que tomársela por la mano de uno mismo. Pero todo esto, que funciona a las mil maravillas en una sala de cine, se esfuma por la nula credibilidad de cómo se nos cuenta la historia.

 

Bruce Willis en La Fría Luz del Día

 

De turismo por Madrid:

 

La oficina de turismo de Madrid debe de estar contentísima con esta cinta. La cantidad de planos dedicados a mostrarnos los monumentos más representativos de la ciudad nos hace plantearnos el llevar una lista al cine para ir tachando. Sólo habrían faltado un par de secuencias de persecución por el Bernabeu o el Calderón para tenerlo todo; tuvieron que elegir entre eso o meter a Cavill en la discoteca Fabrik y ganó lo que más famoso ha hecho a España en el mundo entero.

 

Lo que no debían tener muy claro (al menos quien tradujo el guión) eran las maneras de hablar de los jóvenes de la capital. No me detendré a discurrir qué idioma se supone que habla todo el mundo en la película -las manías de los americanos de que todos hablemos su idioma ya las conocemos todos-, sino en expresiones del palo de “¿Por qué caray?” o “Me la estás liando parda” que tanto por lo absurdas que quedan en según qué situaciones como por otras connotaciones más humorísticas, sacan al espectador de la película a base de carcajadas cuando no deberían.

 

En resumen:

 

Hay películas prescindibles y luego están las que, como esta, da rabia ver por la cantidad de potencial desaprovechado. Me quedo con las ganas de ver qué hace El Mechri con un guión decente en sus manos, es hora de ponerse a buscar JCVD (su anterior filme) en la filmoteca.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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