James Mangold nos traslada a un hipotético y hostil futuro en el que los mutantes han dejado de ser el siguiente paso evolutivo para convertirse en carne de leyendas. Por diferentes motivos que no se llegan a explicar, pero que sí se apuntan, apenas queda un puñado de ellos que hace lo posible por pasar desapercibidos y sobrevivir. Entre los cuales encontramos a nuestros protagonistas, Lobezno y Charles Xavier.

Este es un futuro que dependiendo de como se desarrolle la franquicia a partir de ahora, podrá darse o no, pero un futuro que libera al mutante de las garras de adamantium del peso de dicha franquicia (con los condicionantes que eso conlleva) y le permite obtener una despedida acorde al mito que encarna. Logan, con todos sus defectos, se posiciona como la mejor entrega de su saga, aunque quedándose un escalón por debajo de las grandes historias sobre el homo superior: Primera Generación y X-Men 2. Así, dejando en evidencia sus dos anteriores capítulos, el espectador sale con un regusto agridulce, pues es llegados al final de la aventura de Lobezno en solitario, cuando Hugh Jackman y los responsables de la serie dan con el tono que mejor le sienta al personaje y que mejor traslada la esencia del cómic.

Durante meses se habló mucho de que Logan sería una suerte de adaptación de El viejo Logan, la mitificada historia de Mark Millar y Stve McNiven, pero nada más lejos de la realidad. En términos prácticos no era viable, ya que algunos de los grandes protagonistas de esa aventura pertenecen a Marvel/Disney. Pero, y aquí está lo importante, Mangold y sus guionistas Michael Green y Scott Frank han sabido imbuirse del espíritu de aquella, construyendo un relato que no esconde sus influencias del western crepuscular y las road movies.

Logan presenta algunas ideas realmente poderosas, que enriquecen muchísimo su contexto y sus personajes. Ahí están, por ejemplo, la situación actual de Xavier o las notas de thriller fronterizo (es inevitable pensar en la obsesión por los muros de Trump y su aversión a la inmigración). Pero al mismo tiempo peca de excesiva pereza en sus planteamientos. Después de cinco películas con un papel relevante, el conflicto interno de Lobezno sigue siendo el mismo, lo que resulta ya un tanto tedioso. La diferencia en Logan -para bien- es que ya se da por derrotado. Sí, la trama le llevará a volver a ser un héroe, pero los fantasmas del pasado han dejado de ser una carga, son parte de él.

Hugh Jackman en Logan

Pero la sutileza no es el punto fuerte de James Mangold, que enfreta a Lobezno consigo mismo, en un ejercicio perversamente onanístico. Otra cosa no, pero en riqueza de personajes, pocas franquicias están a la altura de la Patrulla-X, de ahí que las soluciones ofrecidas por el director del filme no lleguen a convencer. Resultan muy conservadoras.

El facilón conflicto se entiende cuando la estructura elegida por la aventura es la de ir del punto A al punto B superando los obstáculos de turno, cayendo de forma inevitable en la reiteración, lastrando el ritmo de una ya de por sí larga aventura. A la inapetencia por parte del equipo creativo de ofrecer una lectura más profunda le habría venido bien un corte más acusado, aligerando ciertas secuencias que solo sirven para subrayar ideas ya expuestas con suficiente claridad en el primer acto de la historia. Logan quiere mostrarse épica y trágica por el camino fácil, y la trampa se nota.

Aún así, es innegable que en términos generales es un producto competente, y nos presenta a una joven Laura (Dafne Kenn) que, si los mandamases de FOX saben reestructurar bien el cosmos mutante, puede dar mucho que hablar en el futuro de la franquicia, dejando el legado de Lobezno en buenas manos.