Madres e hijas: Decisiones que afectan muchas vidas

TitularCargada de fuerza filial llega la nueva película del colombiano Rodrigo García, hijo del grandioso literato Gabriel García Márquez, y que se presenta en España bajo el título de Madres & hijas, propuesta que se basa en la exitosa fórmula de historias cruzadas con un trío de ases en el reparto, Naomi Watts, Annette Bening y Samuel L. Jackson. Madres & hijas es la tercera incursión de Rodrigo García en el cine después de las interesantes Cosas que diría con sólo mirarla (2000) y Nueve vidas (2005). Una provocación a los sentidos vivaces de las relaciones personales en el cruce de experiencias y sentimientos contrapuestos en la que un maestro del género, Alejandro González Iñárritu, hace de productor.

Con esta carátula exterior bien lograda se inmiscuye al espectador dentro de las relaciones postraumáticas que los abortos deparan en tres historias diferencias casi siempre por el espacio, pero unidas por un hecho: la concepción de una criatura. Karen (Annette Bening) tuvo que abortar cuando era una niña por la imposibilidad, económica y social, de criarlo y ahora quiere conocerlo. Ese hijo, una fémina llamada Elizabeth, que encarna la maravillosa Naomi Watts, se ha convertido en una mujer segura de sí misma, que a los 16 años dejó su hogar adoptivo para ser una ejecutiva agresiva en los negocios jurídicos. Pero, lejos de la fachada, su interior está desecho por las situaciones propias que se dieron en su infancia y hogar adoptivo que tienen como culminación la negación total de Elizabeth a engendrar un hijo a lo largo de su vida. Justo lo opuesto que Lucy (Ferry Washington), mujer de color que su único anhelo es el de adoptar un niño ante la negación física de fecundar un ser.

TitularLos protagonistas, excluyendo al tierno y coherente Samuel L. Jackson, se muestran como personas duras y firmes en sus vidas. Control y perfección, justo lo contrario que en el interior. La inicial apariencia rocosa que se resquebraja por dentro se va transformando en una liviana expresión hacia el exterior, en parte, por la conexión con los seres del sexo opuesto que consiguen que estas mujeres asimilen la realidad a medida que avanza la película; Antónimos en carácter y sentimientos que abren los caminos a la expresión, al decir y dejarse llevar. A recuperar, cosa imposible, lo dejado atrás en los inexpugnables caminos de la vida. Todos estos mundos, separados y conexos al mismo tiempo, tienen sus detonantes: muertes, realidades en donde redunda la opacidad, o personas que entran en sus vidas y abren las trabas externas que ocultaban y repiqueteaban en el camino.

A pesar de tener tan buenos elementos, Madres & hijas se queda muy lejos de llegar a la perfecta unión, germen de este tipo de filmes, que es Short Cuts (1993), del difunto Robert Altman. Tampoco se aprecia la tensión dramática que Iñárritu impone a filmes como Amores Perros (2000) o 21 gramos (2003), ni la suma calidad de Magnolia (1999), del exitoso Paul Thomas Anderson. En definitiva, se asemeja más a la incompleta Cuatro Vidas (2007), dirigida por Jieho Lee, en la que las historias quedan colgando y las uniones se fuerzan bastante. Además no llega a transmitir la dureza de la situación representada. Con todo ello se convierte un producto apreciable en el que volvemos a ver a una actriz a la que le va muy bien el drama: Naomi Watts; que en el 2001, de la mano de David Lynch en Mulholland Drive, supo aprovechar sus condiciones para representar el trastorno de personalidad y hacerse con una interesante nombre en Hollywood que ha mantenido debido a través de una buena elección en los trabajos, en muchos casos dramáticos. 21 gramos (2003) o El asesinato de Richard Nixon (2004), ambas junto a Sean Pean, le han valido el respeto y una nominación a los Oscars. Y para aquellos que quieran verla encumbrada, si no lo está ya, sólo tendrán que esperar hasta 2012, año previsto para el estreno de Blondie, en el que Watts interpretará el mito de Marilyn Monroe. A su porte hay que unirle como reclamo a dos actores bien contrastados: La tres veces oscarizada Annette Bening, y el siempre polifacético, y también premiado en el Kodak Theatre, Samuel L. Jackson.

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