Mary and Max

Mary and Max: Un desconocido imprescindible

Adam Elliot saltó a la fama en 2004, cuando su maravilloso corto sobre Harvie Krumpet ganó el Oscar al mejor Corto de Animación. Este éxito le valió el que Melodrama Pictures volviera a confiar en él, esta vez para un largometraje.

Así nació Mary and Max, una película que, por desgracia, en España sólo se pudo ver en el Festival de Sitges de 2009 ya que ninguna distribuidora se decidió a traerlo, ni tan siquiera en DVD, pese a ganar premios por todo el mundo. Menos mal que en la época en la que vivimos la película se puede encargar a tiendas de Reino Unido, por ejemplo. Porque se trata de una hermosísima fábula, un cuento sobre la dura realidad, lo maravillosa que es la ingenuidad y lo fantástico que es disfrutar de las pequeñas cosas.

 

Mary and Max

 

Una dulce y triste historia:

Mary and Max nos cuenta la historia de dos almas gemelas, una niña australiana de ocho años y un solitario señor neoyorkino de cuarenta y tantos. Dos seres atormentados que hallan su redención en las  cartas que se envían el uno al otro.

Así, el espectador hace un recorrido de unos 20-30 años de cartas, de alegrías y tristezas a través de la vida de los dos protagonistas, de sus victorias y derrotas, contadas con esa mezcla de dramatismo y comedia del absurdo que es el sello de Adam Elliot.

Dos historias, dos colores:

 

MaxLa cinta está rodada utilizando la técnica de stop motion, utilizada para películas como Chicken Run o Fantástico Sr. Fox, lo que hace pensar inicialmente en una película para niños, nada más lejos de la realidad. Elliot utiliza la plastilina por la facilidad que le da ésta para crear personajes con físicos imposibles y para que la tensión que sienta el espectador se deba únicamente al guión, ya que el tono cómico de los diseños puede invitar al sentimiento contrario.

Pero el recurso más atractivo de esta cinta es la utilización del color. Elliot prescinde de una amplia gama de colores para reducirlos a la mínima expresión y así jugar con su presencia y su ausencia. Así las escenas de Mary están en tonos sepia, mientras que las de Max están en blanco y negro y la presencia de cualquier otro color sobresale y tiene su significado y su función. Esto nos ayuda a ver como poco a poco los mundos de cada personaje se van mezclando, con fotos y dibujos en sepia en la casa de Max y chocolatinas y cartas en blanco y negro en la habitación de Mary.

Elliot y la narración:

Una constante en las creaciones del director australiano son sus personajes sin apenas frases en el transcurso de la historia. Harvie Krumpet no pronuncia una sola palabra en el corto que le valió el Oscar a Elliot y tanto Mary como Max tienen apenas un par de frases cada uno en toda la película. Haciendo imprescindible la figura del narrador, que borda con maestría Barry Humphries (recientemente contratado para El Hobbit para ponerle voz al Rey Goblin).

La música:

A cargo del compositor australiano Dale Cornelius, que recurre a composiciones propias, a grandes clásicos y a temas modernos muy variados que aportan solidez a las escenas de la cinta (no podía faltar el clásico The Typewriter, de Leroy Anderson) El tema central de la película es Perpetuum Mobile, de Penguin Cafe Orchestra, grupo que quizás no os suene si no os hablo del programa español  de los ochenta Juego de Niños (famoso por sus gallifantes), cuya cabecera era otro tema de este grupo, Phytagoras’s Trousers.

En resumen:

La importante página de cine y televisión imdb.com sitúa esta película dentro de su top-250 por múltiples razones, me quedo con la de que se trata de una maravillosa historia sobre cómo enfrentarse a la crueldad del mundo para que el día en que la muerte venga a visitarnos nos encuentre con una sonrisa en la cara y otra en el corazón.

 

Mary and Max

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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