Midnight in Paris: El pasado (no) siempre fue mejor

En estos tiempos locos y acelerados tendemos a la nostalgia más de lo que la salud puede permitir. Vivimos pensando constantemente que los recuerdos son más alegres que el presente inmediato en que estamos inmersos. Esto nos crea un sentimiento de frustración y de incomprensión, pilares básicos de la filmografía de Woody Allen, entre otros más conocidos como la hipocondría, la muerte, las relaciones de pareja y demás temas constantes en su obra.

 

Midnight in Paris

 

Midnight in Paris trata de esto y de mucho más, pero sobre todo es la vuelta del Allen más clásico y sorprendente, de ese que hace que quieras recomendar la película pero no sepas qué decir. Porque sí, indiscutiblemente tiene su sello y vas a ver «una de Woody» pero ha conseguido transformar lo que parece un producto de encargo para promocionar una ciudad ya de por sí conocida en una de sus mejores películas de los últimos tiempos.

 

El comienzo del metraje recuerda a una Manhattan descafeinada, porque ni está acompañada por una sugerente voz en over ni filmada en el blanco y negro que hacía de aquél un prólogo para recordar, pero se agradece que sea aquí donde hace una muestra descarada en forma de postal de las virtudes de la ciudad (pasando por las obligadas figuras turísticas que todos tenemos en mente), para después pasar a la historia en si, que podría ser contada en cualquier ciudad del mundo.

 

De la trama no hablaré para no desvelar nada. Aunque sí cabe mencionar que se le ha achacado al neoyorkino (y con mucha razón) que se hace necesario estar bastante nutrido culturalmente para entender en su plenitud la película. No es que no se entienda si no se ha leído un libro jamás (aunque si es el caso, esta historia es de escaso interés) pero sí que es cierto que muchos chistes y situaciones pasarán completamente inadvertidos por no conocer a ciertos artistas.

 

Midnight in Paris

 

Owen Wilson está perfecto como absoluto protagonista de la cinta. Es un papel que parece estar escrito para él, un hombre nostálgico, reprimido y con cierto toque bohemio kitsch (aunque no tan repelente como Bardem en Vicky Cristina Barcelona, no faltan las cenas en lujosos restaurantes, las habitaciones de hotel en las que no importan las facturas y las bolsas Gucci). Al lado de Wilson tenemos a Rachel McAdams que está comedida en su papel pero aporta poco, a la francesa de moda Marion Cotillard enamorando con la mirada y una larga lista de cameos a cual más estrambótico, destacando por encima del resto Adrien Brody, que pocas veces ha estado más gracioso.

 

Mención especial para el póster preciosista de la película con un Wilson caminando por un París dibujado emulando Noche estrellada de Van Gogh

 

Midnight in Paris es uno de los mayores éxitos de Woody Allen en cuanto a taquilla se refiere y que perfectamente se cuela en la lista de las diez mejores películas del maestro septuagenario.

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