Noé: Entre el amor y el odio

Noé

Noé

Título Original: Noah

Director: Darren Aronofsky

Guión: Darren Aronofsky y Ari Handel

Reparto: Russell Crowe, Jennifer Connelly, Anthony Hopkins, Emma Watson, Logan Lerman, Douglas Booth, Nick Nolte, Ray Winstone, Mark Margolis, Kevin Durand, Madison Davenport

EEUU / 2014 / 138′

Productora: Paramount Pictures / Regency Enterprises / Protozoa Pictures

Darren Aronofsky ve cumplido un viejo anhelo con la consecución de Noé. Un proyecto que tenía entre ceja y ceja desde hacía mucho tiempo y que, como ya le ocurriera con La fuente de la vida, tuvo que concebir primero su historia en forma de novela gráfica. El éxito de Cisne Negro animó a Paramount y con $125 millones…

Darren Aronofsky ve cumplido un viejo anhelo con la consecución de Noé. Un proyecto que tenía entre ceja y ceja desde hacía mucho tiempo y que, como ya le ocurriera con La fuente de la vida (2006), tuvo que concebir primero su historia en forma de novela gráfica. El éxito de Cisne Negro (2011) animó a Paramount y con $125 millones bajo el brazo le dieron luz verde a su visión del relato bíblico. El peligro de dar tanto dinero a un autor es que la jugada puede salirte muy mal. Sin llegar al extremo, lo cierto es que el Noé de Aronofsky despierta algunas dudas. El director lleva a su terreno la historia, pero se ha visto obligado a hacer unas cuantas concesiones y el resultado no termina de cuajar; aunque sus fans más acérrimos encontrarán más virtudes que defectos, pues los millones no han impedido que el cineasta se haya mantenido fiel a su discurso.

En este sentido el film sigue una vía continuista respecto a sus anteriores proyectos. Así, Noé se nos presenta como un hombre obsesionado, es un personaje que se puede emparentar fácilmente con Randy Robinson en El luchador (2008), pues ambos están obligados a vivir atormentados con sus remordimientos. Uno de forma más literal que el otro, pero ambos cargan con el peso del mundo sobre sus hombros. Aunque más que con Mickey Rourke con quien más parecido guarda Russell Crowe es con Hugh Jackman en la discutida La fuente de la vida. Los protagonistas son hombres de fe, viven condicionados por esta, siguiendo sus designios aún cuando corren el riesgo de perderse por el camino. Están obsesionados con su misión. Y he aquí una de las claves del cine de Aronofsky: la obsesión. Pi, Réquiem por un sueño, Cisne Negro… en todas el protagonista se ve corrompido por una búsqueda obsesiva. Paradójicamente, siendo la cinta con la temática más «divina» de su filmografía, Noé es al mismo tiempo la más humana de todas, pues el protagonista duda y se debate entre sucumbir a esa búsqueda y el amor que profesa a su familia, resultando este último el vencedor pagando, eso sí, un alto precio personal.

Jennifer Connelly y Russell Crowe en Noé

Su tempo lento (puede exasperar a algunos, sobre todo si van pensando en Noé como un blockbsuter) y alguna secuencia muy picadita con imágenes de un tono más onírico y sugestivo son también muy característicos del neoyorkino. Al igual que su propensión (consciente o inconsciente) hacia la polémica. A nadie se le escapa las críticas que ha sufrido el film, incluso antes de su estreno en salas, por parte de las facciones religiosas (cristianas y musulmanas) más extremistas. Hay que tener en cuenta que no estamos ante un relato bíblico. El director se toma sus (muchas) licencias para contar su historia. Coherentes con lo que está narrando pero evidentemente no del agrado de todo el mundo. Son los riesgos que entrañan entrar en este tipo de temáticas. Al respecto, es preciso destacar un interesante detalle. Según la creencia bíblica el mundo fue creado en «siete días», pero la película se decanta por la teoría de la evolución. Cuando retrata la concepción del mundo lo hace mostrando imágenes de criaturas evolucionando hacia otras. Noé abraza una fe condicionada por los hechos científicos, demostrando que una no excluye a la otra.

En comparación con su versión en cómic, la película es mucho menos violenta. Hay que pensar en una audiencia más amplia, por lo que el director se ha visto limitado a la hora de mostrar la crudeza que le caracteriza. Aún así, visualmente la propuesta es portentosa. Es una lástima que hayan optado por un formato en 1:85 en lugar de utilizar un scope. Al ser más estrecha la imagen, se ve menos a los lados del plano y no se muestra tanto (en paisajes o elementos generados por ordenador), lo que reduce los costes. No es descabellado pensar en estos términos atendiendo a algunos planos en los que canta el croma, o determinados animales y algún bebé que no están muy bien logrados.

Como tampoco lo es imaginarse que las primeras versiones del montaje podrían haber superado las tres horas. Algunos cortes nos ponen sobre la pista. Esto, además, ayudaría a justificar como el personaje de Sem (el hijo mayor del profeta, interpretado por Douglas Booth) esté tan desdibujado. Se le presupone una importancia mayor de la que tiene realmente en el film. Y Jennifer Connelly la sufrida esposa del tozudo Russell Crowe) ni pincha ni corta nada hasta una determinada escena en la que clama para que su marido entre en razón. Una escena con la que ya se gana el sueldo y evidencia el porqué de su presencia en la película.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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