Passengers

Passengers: Atrapados en el espacio

Tras ser nominado a mejor director con The Imitation Game, el noruego Morten Tyldum se ha visto tentado por la maquinaria hollywoodiense para llevar a dos de sus estrellas al espacio profundo, a una aventura de tintes oscuros que no olvida su condición de blockbuster.

 

Jennifer Lawrence

 

Jennifer Lawrence y Chris Pratt protagonizan en Passengers una odisea espacial que plantea interesantes cuestiones acerca de la soledad, tocando dilemas éticos al respecto. Tenemos a dos «naufragos» cuales Robinsones, que luchan por la supervivencia, pero una supervivencia emocional que pasa por la interacción con otros, por escapar de una soledad que conduciría a la desesperación. Han despertado de su hibernación en una nave de lujo 90 años antes de llegar a su destino. No tienen problemas de habitabilidad o de alimentación, sino de sociabilidad. Están atrapados en una nave capaz de albergar a más de 5000 personas, condenados a morir en el espacio y solo se tienen el uno al otro.

 

Dicha situación lleva a los personajes a debatir soluciones de dudosa moralidad, enfrentando sus propios deseos y necesidades a los de los demás, y desde una posición de absoluta ventaja. La película nos emplaza a ponernos en la piel de los protagonistas y a cuestionarnos sobre lo que haríamos nosotros en tal situación. Passengers se mueve en unos oscuros terrenos, explorando -como se le presupone a la buena sci-fi- diferentes aspectos de la condición humana.

 

Jennifer Lawrence y Chris Pratt

 

$100 millones

Cuando detrás tienes a una poderosa major y tienes que complacer a un público global, no puedes forzar la maquinaria hasta el límite. Lo hemos visto en films como Marte, Interstellar o Gravity, y lo vemos también en Passengers. Llegados a un punto de no retorno, la película deja de lado esa oscuridad y se refugia en fórmulas de género para proporcionar un producto de carácter más lúdico y heroica, en el que los protagonistas salgan de su ensimismamiento y hagan frente a las amenazas del exterior que han ido sembrándose desde los primeros compases.

 

Passengers trabaja el suspense de forma sorprendentemente clásica, siguiendo un esquema muy hitchcockniano según el cual el espectador recibe la información antes que los protagonistas, y es ese conocimiento del peligro inminente -que hace partícipe al público de la acción- lo que provoca el estado de tensión. La explicación más sencilla la formulaba el propio Hitchcock en una de sus entrevistas con Truffaut, recogidas en el libro El cine según Hitchcock, mientras establecía la diferencia entre suspense y sorpresa:

 

«Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. […] Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena. […] En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense».

 

Jennifer Lawrence y Chris Pratt

 

Con esto en mente, el guionista Jon Spaihts (uno de los responsables de Doctor Extraño o de Prometheus) construye la parte más aventurera del film, la que sirve de armazón del mismo y justifica su abultado presupuesto. Exige, eso sí, que pasemos por alto algunas torpes incongruencias y deus ex machina, para llevar la historia a buen puerto. Ni Spaihts ni Tyldum olvidan el poderoso discurso con el que presentan su propuesta, de hecho son bastante explícitos al respecto cada vez que lo sacan a colación, pero cuando las hazañas de Lawrence y Pratt cobran relevancia en la narración, simplemente lo guardan en un cajón, como si ya no les interesase. Falta, en este aspecto, ambición y valentía por su parte. Se refugian en los convencionalismos del género y en el atractivo -que lo tienen, y mucho- de su pareja protagonista.

 

Passengers es un estimable producto visualmente portentoso y arropado por dos intérpretes que transmiten una excelente química. Muy disfrutable desde las expectativas del simple -pero importantísimo- entretenimiento, pero cuyo acomodo argumental a la complacencia del público puede chirriar a un espectador más exigente.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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