The Bling Ring

The Bling Ring: Ladrones de fama

The Bling Ring fueron un grupo de jóvenes que, entre octubre de 2008 y agosto de 2009, se dedicaron a robar en las casas de algunas de sus celebridades favoritas en California. Que Sofía Coppola decidiera rodar una película sobre ello vino motivado por el artículo que en marzo de 2010 Nancy Jo Sales escribió para la revista Vanity Fair, The Suspects Wore Louboutins (Los sospechosos llevaban Louboutins).

«Cuando leí el artículo, pensé que sonaba como una película y entonces verifiqué quien tenía los derechos. Pensé que todo era tan fascinante y tan contemporáneo y que decía mucho acerca de nuestra cultura actual«.

 

¿Cómo llegan estos adolescentes a desvalijar las mansiones de los famosos y conseguir hasta tres millones de dólares entre efectivo y pertenencias? De eso trata la película, una mirada superficial a la obsesión de los protagonistas con la fama. Coppola intenta reflexionar, continuando la línea de su anterior Somewhere, sobre la búsqueda de la fama, la lucha que se libra en muchos casos para alcanzarla y qué sucede cuando se tiene. Aunque siendo ella podría haber trazado una psicología más profunda como las vistas en sus personajes de Lost in translation, por ejemplo. Quizás por la falta de conexión con los personajes, que ya no reflejan la soledad bohemia con que la americana intenta encasillarse en más de una ocasión, es lo que la ha llevado a pasar por encima de este mundo. Lo bueno es que tampoco entra en ningún momento, desde un lado u otro, a juzgar los hechos. Pero tampoco relata muchas perspectivas que habría sido interesante tratar con detenimiento, como los orígenes de los personajes, su ambiente o lo motores que les impulsan a ser cómo son. Se refleja en ciertos comportamientos y situaciones, pero no se termina de analizar.

 

The Bling Ring

 

«Ir de compras» según llamaban estas cuatro chicas y chico, consistía en buscar en los medios y revistas del corazón el momento en que las celebridades tenían ciertas citas importantes y horarios que aseguraban su ausencia de casa, para buscar su dirección y colarse sigilosamente en sus mansiones.

 

Las dos actrices más conocidas en un elenco principiante y fresco, son Emma Watson y Taissa Farmiga, que se ha dado a conocer con la serie American Horror History. La participación de Emma Watson interpretando a Nicki (los nombres son ficticios) no estaba prevista, hasta que la directora tuvo una «visión» y quiso incluirla en el proyecto. Lo cual fue un gran acierto, pues es uno de los elementos más atractivos de la película. No sólo por la curiosidad que despierta verla en un papel tan diferente a los que nos tiene acostumbrados, sino por la sutileza con la que lo lleva a cabo. Es de esos personajes que por su cómica pedantería y pijerío parecen exagerados, aunque poco a poco uno cae en la cuenta de que así son en realidad.

 

Es el único personaje masculino de la banda el que nos acerca a una cierta «normalidad». Él realmente no se mete en los robos por querer alcanzar la fama o por fetichismo, sino que quiere tener amigos y superar su baja autoestima. Cuando conoce a Rebecca (Katie Chang), la manipuladora del grupo, se siente liberado porque por fin tiene un respaldo y una figura amiga. La ternura e inocencia con la que el actor Israel Broussard le interpreta nos acerca al personaje que hacía el por entonces jovencísimo Patrick Fugit en Casi Famosos.

 

La película se salva por su bizarra realización, que es lo único, además de los rótulos fosforitos, que nos recuerda que estamos ante un trabajo de la neoyorkina. Mezcla de planos largos que fluyen lentamente con cortes abruptos y cambios argumentativos repentinos. Se perciben las diferencias entre los tratamientos documentales y las imágenes que hablan más del estado de ánimo de los personajes. Incluso se llega a sentir y entender lo que significa para esos personajes estar en el lugar en el que están, poniéndose en la piel de sus ídolos y adoptando por un momento el papel que de verdad querrían adoptar en sus vidas. Y no es de extrañar con esos espacios repletos de lujo que nosotros también queramos estar en sus pieles. Pero la manera en que los jóvenes consiguen entrar en las casas no termina de colar.

 

El tratamiento y la elección de la música son brillantes. Hace uso de canciones que se mantienen en concordancia con la trama y sus protagonistas. Con Crown on the ground de Sleigh Bells, como canción principal, imprime un cierto ambiente de espionaje moderno. Y el ritmo musical pasa constantemente de los temas hip-hoperos cantados en las escenas de coche a los más electrónicos y actuales en las discotecas.

 

No podían faltar los cameos de las famosas de verdad. Kirsten Dunst y Paris Hilton aparecen de fondo haciendo de ellas mismas. Y como curiosidad, algunas escenas se rodaron en la casa de Hilton. ¿Serán suyos de verdad los cojines que aparecen con su cara?

 

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