Un pequeño cambio: Prácticamente ningún cambio

TitularHay películas pretenciosas que bien por su campaña de publicidad bien por boca a boca crean una gran expectación y lo más probable es que acaben defraudando. Lo mejor que se puede decir de Un pequeño cambio es que te da justo lo que andas buscando cuando decides ir a verla, cien minutos entrañables para olvidar penas y pasar un buen rato. Pero nada más.

La película cuenta la historia de Kassie, una mujer que decide que ha llegado el momento de ser madre, pero (¡vaya por Dios!) no se da cuenta de que tiene el padre perfecto en su amigo de toda la vida, así que decide utilizar el método de la inseminación artificial, cosa con la que Wally, su amigo de toda la vida, no está muy de acuerdo. Pasan los años y la pareja vuelve a encontrarse, esta vez con el niño en sus vidas.

Está claro que para este tipo de filmes con pocas pretensiones artísticas y algunas más comerciales tienen bien aprendido el «abc» de la comedia romántica facilona y consiguen que funcionen añadiendo muy poca originalidad a la mezcla. Jennifer Aniston está en todas ellas y siempre con la misma expresión en su cara. Por motivos que a mi me resultan desconocidos ha sido la única integrante del reparto de Friends que ha triunfado en el cine. No es que sus compañeros fuesen mejores actores que ella, pero alguno sabía como mover los músculos de su cara y otro tenía un encanto natural para la comedia.

TitularPor suerte, la actriz tiene su contrapeso en Jason Bateman (Hancock), actor que debe toda su fama a una de las sitcoms con la que menos justicia se ha hecho en el mundo de la televisión, Arrested Development, ya que todo el que la vio la amó, pero no parecían ser suficientes para la cadena que la emitía. No es que Bateman tenga un amplio catálogo de gestos pero tiene ese aura de perdedor con los que tan fácil es empatizar en este tipo de historias. Fue una sorpresa el comprobar que quien está presente en casi todos los planos es él y que Aniston es la comparsa que hace que las réplicas del personaje de Bateman funcionen.

En cuanto al resto del plantel de actores de la película, sobre el papel, son pesos pesados del celuloide, Julliete Lewis (Asesinos Natos) interpretando a la amiga hippy de la protagonista, Jeff Goldblum (La mosca) como el jefe ligeramente salido y consejero del protagonista de la película y Patrick Wilson haciendo de chico guapo, listo, sensible y encantador que presta su semilla. Es decir, en el caso de los dos primeros, haciendo aquello en lo que hemos podido verles más de una vez, lo cual no es malo pero sí previsible, y el segundo, cambiando de registro pero resultando más soso que un bocadillo de turrón.

Mención aparte merece Thomas Robinson, el niño que interpreta al hijo de Kassie, Sebastian, no porque sea un prodigio pero en el momento en el que aparece se convierte en el foco de atracción. El trabajo de casting me parece un acierto en este chico ya que aunque físicamente quizá no haya un parecido aplastante, hay una gran química entre Jason Bateman y él. Los momentos más emotivos de la película (que sabes desde el primer momento que son obligatorios) se dan con ellos dos en la pantalla, y hacen que te emociones.

Por lo tanto, si al espectador, como a mí, le gustan las películas con relaciones paterno-filiales como principal atractivo no se verá defraudado con esta película. Tiene situaciones divertidas y situaciones enternecedoras, y algún que otro diálogo bastante acertado. Lo dicho, hora y media para entretenerse, que para eso también vale el cine.

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