Vampire Academy: Chupasangres sin neuronas

Vampire Academy

Vampire Academy

Título Original: Vampire Academy

Director: Mark Waters

Guión: Daniel Waters

Reparto: Zoey Deutch, Lucy Fry, Danila Kozlovsky, Gabriel Byrne, Sarah Hyland, Joely Richardson, Cameron Monaghan, Sami Gayle, Claire Foy, Ashley Charles

EEUU / 2014 / 104′

Productora: Preger Entertainment

Los vampiros están de moda. Nunca han dejado de estarlo, si uno se fija un poco. Pero el boom acaecido con la saga Crepúsculo ha hecho que no solo se intente establecer cada mes una nueva colección de películas sobrenaturales…

Los vampiros están de moda. Nunca han dejado de estarlo, si uno se fija un poco. Pero el boom acaecido con la saga Crepúsculo ha hecho que no solo se intente establecer cada mes una nueva colección de películas sobrenaturales en las que adolescentes bobalicones puedan generar ingresos cuantiosos a las majors, es que hasta el bueno de Jim Jarmusch ha centrado su particular visión en estos seres inmortales y taciturnos.

Pero eso es otra historia muy distinta. La que ahora obliga a estas líneas tiene como protagonistas a dos chicas púberes que viven enclaustradas en una escuela para vampiros de la que no es posible salir. La dinámica de la pareja exige que una sea la protectora que le descubre el mundo a la pánfila con poderes que todavía no conoce bien su destino. Todo lo que puede esperarse de un producto de este calibre. El único atisbo de innovación es un arranque sin demasiado brillo que comienza con la pareja huida de la institución y su captura para traerlas de vuelta.

Vampire Academy

Mark Waters dirige esta mezcla de comedia, acción y fantasía en la que el batiburrillo de géneros no establece un punto de vista claro, lo que germina en la imposibilidad de saber si se toma en serio lo que está contando o se está quedando con el personal a base de bien. Son tantos y tan estúpidos los errores de los que hace gala el metraje que no se puede más que pensar que se trata de una vuelta de tuerca inconsciente a los elementos trillados y ofrecer una suerte de parodia sin quererlo.

Este pensamiento acude a la mente, por supuesto, si se quiere ser benévolo con el director de Chicas Malas (2004) o Ponte en mi lugar (2003), dos títulos que ni mucho menos tienen un hueco reservado en el olimpo de las obras para la posteridad pero de los que su responsable podía estar orgulloso gracias a un sentido del humor común y disfrutable. El hecho de que Tina Fey escribiese la sátira de los tiempos de instituto tiene un innegable peso en dicho éxito, como es lógico. Gracias, sin embargo, a estas dos referencias y a una carrera ya extensa, la predisposición a un visionado divertido y de fácil digestión no es un imposible.

El trazo de los personajes es lo que más descoloca en cuanto a lo serio que se toma la película a sí misma. Todos están perfilados con la pluma del mejor alumno de introducción al hype sobrenatural, pero cierta astucia impregna a los mismos de características fuera de lo común que los alejan de los estereotipos asumidos. Rose Hathaway, la protectora, es una chica dura con su punto de sensiblería que, por sorpresa, está dotada de un sentido del humor fresco que, en ocasiones, salva alguna escena por lo demás horrorosa. Su mentor, un supuesto guaperas que ha debido vivir tiempos mejores, también posee una ambivalencia siniestra que capta la atención de manera natural. Las escenas entre estos dos personajes, por locas, son lo poco salvable que ofrece el filme.

Como ha quedado escrito, los errores son innumerables. Saltos de eje, apariciones sorpresa, trucos de guión injustificables, explicaciones innecesarias, subtramas torpes faltas de sentido lógico… Podría sentar un precedente y estudiarse en las escuelas de cine como ejemplo práctico de todo lo que no hay que hacer al dirigir un largometraje.

El público adolescente sumido en el caos vampírico de la cartelera con ganas de perder las pocas neuronas que el calor les haya dejado disfrutará con el visionado de una de las peores películas que se recuerdan en los últimos lustros.

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