Nahid

Nahid: La ruptura de la norma

La represión, las dificultades del día a día y la complicada relación que se establece entre familia y entorno son, sin entrar en excepciones, los tres puntos clave de un buen número de largometrajes en los que el protagonismo pertenece a las mujeres iraníes. No se trata únicamente de entrar en detalles que vayan más allá de la que parece una complejidad banal cuando se une religión y mujer. La costumbre hace que parezca más sencillo darle importancia a un hecho que en el cine resulta trillado, aunque no tanto en la vida fuera de la gran pantalla. Por eso, Nahid es uno de los mejores ejemplos que se pueden encontrar en la cartelera si lo que el espectador busca es la dificultad personal, y no tanto los impedimentos sociales de una mujer a la que la vida ha decidido ponerle obstáculos constantemente.

 

Sareh Bay

 

Nahid viene precedida por una multitud de películas de temática similar que, no nos engañemos, parecían condenadas (en la ficción) a alargar irremediablemente una situación en la que la desgracia parece ser el principal camino a seguir. Sin embargo, aun con los roles tan perfectamente establecidos, son la pérdida de la identidad propia y las ganas de reencontrarse con la felicidad que parecía arrebatada las cuestiones que Ina Panahandeh quiere que influyan en el espectador. Para conseguirlo no se limita únicamente a rozar una superficie tan conocida como vulgar, sino que se sumerge de una manera tan profunda que es inevitable encontrarse con la sensación de que no habrá una solución posible para el destino final de Nahid.

 

Lo cierto es que son varios los tropiezos que pueden encontrarse en Nahid, empezando por un desbarajuste narrativo que en ciertas ocasiones parece más enfocado en el despiste que en la propia historia que pretende contar. Y aun así, con el fallo más evidente que puede aparecer y con algún que otro desliz en un guion plagado de emotividad que, más de una vez, parece querer añadir sentimentalismo a aquello que en realidad no ha de tenerlo, no puede calificarse de un debut cinematográfico mediocre. Todo lo contrario. En varios sentidos, Nahid casi resulta un experimento que ha salido tan bien como cabría esperar y no tanto una carta de presentación de una directora cuya sensibilidad visual es su mejor virtud.

 

Esta cinta probablemente no revolucione el modo de entender la opresión de una mujer que accedió a un trato descabellado por el impagable bien de su hijo. Tampoco se convertirá en la película de referencia para aquellos que pretendan entender cuáles son las dificultades a las que las mujeres han de enfrentarse cada día en Irán. Sus intenciones no pasan por dar lecciones de ningún tipo. Pero, lejos de ser un largometraje simple, la importancia de los hechos que narra va mucho más allá de las apariencias y de la larga lista de convicciones que parece querer esconder. Nahid no está destinada a decepcionar.

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