Train to Busan

Train to Busan: Desorbitada locura

Presentada dentro de la Sección Oficial (aunque fuera de concurso) del pasado Festival de Cannes, hecho sorprendente al tratarse de una película de género, Train to Busan nos sitúa en un tren que viaja de Seúl a Busan en una Corea del Sur infectada por un brutal virus zombie. Narrada desde el punto de vista de un padre divorciado que lleva a su hija al encuentro con su madre, la película, además de las escenas viscerales, analiza la sociedad coreana a través de las diferentes relaciones que se establecen entre los personajes que intentan sobrevivir en el mortífero tren.

 

Train to Busan

 

Train to Busan es una muy atractiva propuesta y nadie puede resistirse a la idea de juntar coreanos y zombies en un tren, pero el problema de una premisa tan aparentemente sencilla llega a la hora de juntar un drama humano con los elementos propios del cine gore más gamberro, y es que la propuesta no encuentra en ningún momento su tono. El negrísimo y divertido arranque da a entender al espectador que se va a enfrentar a una película de ritmo frenético y desenfadada, pero el drama familiar irrumpe conforme se desvanece el título de la pantalla y uno comienza a desorientarse hasta que vuelve la acción loca otra vez que se vuelve a ver interrumpida (una y otra vez a lo largo del metraje) por dramas personales.

 

La introducción de subtramas dramáticas o el desarrollo de personajes en el cine de género es algo habitual y normalmente acertado, porque suelen darle a estas cintas un mayor realismo y humanidad. Pero hay límites para todo y en Train to Busan no hay control o filtro alguno y las escenas dramáticas sacan constantemente al espectador de la carrera a contrarreloj que es la cinta, espectador que contempla entre bostezos un drama y una serie de intensidades que no vienen a cuento.

 

De cualquier forma, las escenas de acción y las constantes idas y venidas de los personajes a lo largo y ancho del expreso otorgan varias carcajadas y hacen que la película sea asequible pese a lo anteriormente criticado. Lo más meritorio del filme son las coreografías y movimientos de los «muertos vivientes», interpretados por bailarines, que se mueven como grupo (y no seres individuales) haciendo ver al espectador que son monstruos irracionales y que, pese al tono gamberro, lo que está pasando en ese tren no es ninguna broma. Pese a las limitaciones físicas del medio en el que sucede la película, Yeon Sang-ho controla muy bien la cámara y el posterior montaje, sabiendo trasmitir la claustrofobia y tensión de cada escena. 

 

Pese al arriesgado y fallido mejunje que es, Train to Busan es una interesante y personal película ya que consigue sacar a los zombies de estirados páramos, recogidas casas o posapocalípticas ciudades jugando con ellos en un espacio tan limitado físicamente y en continuo movimiento.

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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