Our Little Sister

Umimachi Diary: Uniones fraternales

Como bien dijo Hirozazu Kore-Eda en su visita a Madrid hace dos años, su cine son etapas de su vida. En aquella fecha presentaba De tal padre, tal hijo, después de que ésta hubiera saboreado la acogida en su paso por Cannes y después por San Sebastián ese año. La película, descrita por todo el público con el calificativo de maravillosa, hablaba sobre la elección del ser humano ante lo innato y lo adquirido. Umimachi Diary sigue la misma estela.

 

En el nuevo retrato familiar, se presentan a tres hermanas adultas que acuden al funeral de su padre, al que hacía quince años que no veían. En el velatorio descubren que tienen una hermana de trece años. Tras esta abrupta sorpresa, deciden que Yuzu, así se llama la preadolescente, se vaya a vivir con ellas, ya que la madre de la chica también ha fallecido.

 

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El cineasta, por tanto, retoma su tema favorito: los vínculos familiares, pero ahora visto desde el punto de vista femenino y japonés, donde se sabe que las tradiciones pesan mucho. tanta presión doble –por el machismo y la contención a hablar de familias desestructuradas en el país– se muestra con la dulzura y cercanía que le caracteriza a Kore-Eda.

 

El trabajo de actores vuelve a ser clave en la historia. Las cuatro hermanas entraman unos lazos y relaciones más que creíbles al gran público. Haruka Ayase, Masami Nagasawa, Kaho y sobre todo la pequeña Suzu Hirose –cuyo personaje se llama como ella, quizá para que lo hiciera más suyo– dibujan a cada una de ellas con el propio estilo y personalidad más que marcadas. Ellas reflejan los diferentes estilos de vida de una forma de apreciar y ver la vida. A los vínculos de sangre se añade la mezcla de tradición y modernidad.

 

Con la luz clara y tan acogedora que ilumina a los personajes, también se perciben el paisaje y el costumbrismo. Japón se asoma por la pantalla, y la filmografía del país también. Porque una vez más, el realizador recuerda a su venerado Yasujiro Ozu en la forma de mirar hacia las evoluciones humanas y más dentro de la familia. Aquí se opta por enseñar los parentescos como ciclos que se repiten. Todo sutilmente, claro está.

 

Sin embargo, lo tenue aquí se queda corto, aunque afortunadamente no cae en la cursilería. Kore-Eda no ha arriesgado. Los admiradores del cineasta conocen bien su elegancia a la hora de hablar temas comprometidos dentro de la consanguinidad. Pese a que las formas, las emociones no atraviesan la epidermis. Pero se disfruta igualmente porque es bonita, y posee la exquisitez propia de una degustación con denominación de origen japonesa. Sin aditivos artificiales es de esas historias que te enseñan dulce y naturalmente la vida.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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