Mel Brooks es el cerebro tras grandes filmes como Sillas de montar Calientes o El Jovencito Frankenstein. En 1987, con motivo del décimo aniversario de La Guerra de las Galaxias y cuando aún quedaban muchos años para el advenimiento de Jar Jar Binks, se sacó de la chistera una película que fue responsable de mi educación en astrofísica y que me demostró que existe una íntima conexión entre la nariz y la boca por la cual los líquidos pueden viajar en ambas direcciones.

Si fuese de George Lucas ya la habríamos visto en 4D y con los colores en negativo.

«Lo sabía, estoy rodeado de estúpidos»

Puede parecer para los no entendidos que a Brooks le gustaba Star Wars y que pretendía rendirle con este filme un sentido homenaje. Nada más lejos de la realidad, lo que el director pretendía era relanzar la carrera de uno de los grandes olvidados de las galas de premios americanas, el gran e inefable Rick Moranis, quien dos años después protagonizaría la mejor película que se haya hecho jamás sobre padres que lanzan potencialmente cancerígenos rayos a sus vástagos con el objetivo de cambiar su tamaño. A día de hoy el mundo sigue llorando por la retirada de este genio de gafas de culo de vaso y escasa estatura.

«Tengo los Sesos en el Culo»

Por lo que sea, Mel Brooks tardó cuatro años en dirigir otra película después de Spaceballs, pero al contrario que otras películas que caen en esta sección La Loca Historia de las Galaxias no acabó con la carrera de sus actores sino al contrario: el difunto John Candy participaría dos años después en Solos con nuestro Tío, auténtica precursora de Solo en Casa. Bill Pullman por su parte, llegaría alo más alto interpretando nada menos que al Peresidente de los Estados Unidos en Independence Day, una de las mejores cintas con Will Smith y malvados alienígenas como protagonistas.

«I Love Uranus» un chiste fino únicamente apto para grandes conocedores de la lengua de Shakespeare.

En cuanto a Daphne Zuniga, la actriz californiana venía de compartir estrellato con John Cusack en Juegos de Amor en la Universidad y después de esta película siguió su ascenso hasta lograr un papel permanente en Melrose Place entre 1992 y 1996. A día de hoy, claramente afectada por su alocada vida de princesa druidíca, se dedica a luchar por el planeta y a mandarle cartas a Oprah.

«Disparad al contrario de donde estéis mirando»

Todos aquellos que ahora idolatran a Simon Pegg y sus revisiones de los géneros de acción y películas de zombies deberían tener presente que de no ser por visionarios como Brooks, que supieron apostar por el género de las parodias sin seso, no habrían llegado al mercado cintas merecedoras del Oscar como Scary Movie o Brácula: Condemor II, ocultas inspiraciones del cómico inglés.

Y es que las parodias en La Loca Historia de las Galaxias están a la orden del día. Os voy a dejar con algunas de mis favoritas:

Michael Winslow: Haciendo ruiditos desde 1984.

La autoparodia de la película y la «crítica» de la piratería ya en 1987 me parece sencillamente genial.

Si Alien fuera así no me daría tanta pereza verla.

Yo propongo que los de Fox se dejen de tonterías y hagan ya el crossover Planet of the Spaceballs.

«Soy un mog. Mitad hombre, mitad perro. ¡Soy mi mejor amigo!»

Habrá quien se atreva a tachar a Spaceballs como una de las peores cintas de Mel Brooks. A ellos quisiera hacerles yo una pregunta: ¿cuántas películas de Brooks tienen serie de televisión propia?

Pues eso.