Mil veces buenas noches: Binoche, mercenaria de la información

Mil veces buenas noches

Mil veces buenas noches

Título Original: Tusen ganger god natt (A Thousand Times Goodnight)

Director: Erik Poppe

Guión: Erik Poppe, Harald Rosenløw-Eeg

Reparto: Juliette Binoche, Nikolaj Coster-Waldau, Maria Doyle Kennedy, Larry Mullen Jr., Mireille Darc

Noruega / 2013 / 117′

Productora: Paradox Spillefilm / Paradox / Newgrange Pictures

Hay personas que por su temperamento, su alma o su naturaleza, tienen una especie de adicción -término más acertado que vocación- a un trabajo difícil y lejos de las rectitudes a las que el resto de la humanidad se atañe, porque la masa se siente más segura con sus monótonos horarios fijos de nueve a seis en oficinas grises hacinadas a las afueras en impersonales campos empresariales. A tal coyuntura hay…

Hay personas que por su temperamento, su alma o su naturaleza, tienen una especie de adicción –término más acertado que vocación– a un trabajo difícil y lejos de las rectitudes a las que el resto de la humanidad se atañe, porque la masa se siente más segura con sus monótonos horarios fijos de nueve a seis en oficinas grises hacinadas a las afueras en impersonales campos empresariales. A tal coyuntura hay que añadir que el campo profesional que tocaremos será el de los medios de comunicación, ligado al sempiterno debate de «noticia versus morbo«.

De esto trata A Thousand Times Goodnight, que arranca con una introducción destinada a reflexionar sobre el trasfondo de la labor periodística, si a veces es necesaria cierta dosis de irresponsabilidad, para a continuación pasar al debate radical principal que ofrece Erik Poppe. la carrera profesional o la familia. Y es radical porque las dos aguas en las que nada Rebecca, su protagonista, son muy extremas: la calma de su dulce hogar frente al oleaje turbulento de las guerras a las que asiste.

Juliette Binoche y Nikolaj Coster-Waldau en Mil veces buenas noches

El título viene de la frase escrita por Wiliam Shakespeare para despedir furtivamente a Romeo por la noche. Pero esta Julieta no una Julieta cualquiera, es Juliette Binoche. La francesa lidia con los dos conflictos que acarrea Rebecca, el interior, que atañe a su marido e hijas y el exterior, ese que recoge con su cámara. Su aspecto es dulce y pacífico, pero por dentro es valerosa y temeraria como ella sola. Ésta no se queda en su Verona, va en busca de aventuras para enseñar algo a la sociedad. Mientras su pareja, un varonil y recio Nikolaj Coster-Waldau se quedará en casa a cargo de las niñas.

La historia sigue la senda del típico telefilme, pero esa semejanza se queda atrás gracias a los planteamientos que lanzan al espectador, que después de verla se planteará varias cuestiones amén de las personales. Las barbaries en países complicados suponen siempre una bofetada en el lado civilizado del planeta (que aquí no se hace impostado), pero esboza interrogantes sobre todas las cortinas de humo que las fuerzas políticas implantan en las fuentes de información.

Eso es el contexto, el mensaje importante es el que propone Binoche. Hay gente cuyo umbral de temeridad está a menos altura que otro. No es el caso de esta madre de familia, que no duda en facturar sus Canon para ir a Kabul o a alguna localidad recóndita de África para plasmar una realidad que en el primer mundo se nos hace ardua destapar. Cual informadora y defensora de la verdad quiere ir a donde está la noticia, mientras que su familia (y detrás de esta, el estado de bienestar) le pide que deje de enfrentarse a la muerte cada vez que sale de casa. Poppe reabre cuestiones muy directas en su discurso, no se anda por las ramas porque su manifiesto es claro: Cierto que los hijos necesitan y se preocupan por los padres, y cierto es que por muchas fotos que el objetivo capte, el mundo mantendrá las mismas infamias y vilezas.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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