Alps

Alps: Cine irremplazable

 

Con un punto de partida que recuerda vagamente a Familia (Fernando León de Aranoa, 1996), el director que ha puesto en boca de todos el cine griego, Yorgos Lanthimos, vuelve con una nueva locura con la que sorprender al público. Al igual que su predecesora (Canino, 2009) Alps es violenta, cruda y difícil; y al mismo tiempo fresca, innovadora y con el humor más negro imaginable escondido en el fondo de cada plano.

 

Alpes es el nombre que recibe un grupo formado por una enfermera, un conductor de ambulancia, una gimnasta y su entrenador que tienen la peculiar ocurrencia de ocupar el lugar de fallecidos en familias a cambio de dinero. Cada uno de ellos recibe el nombre de una montaña de dicha cadena como pseudónimo.

 

Más allá de la superficie, la propuesta de la película tiene muchas capas. Por un lado, la cuestión acerca del dolor por la pérdida de un ser querido, ¿es mensurable? Y si lo es, ¿cuánto dura ese dolor? ¿Puede esa persona ser reemplazada? ¿Por un actor? Por otro, se cierne sobre todos los personajes la soledad y cómo enfrentarse a ella.

 

Alps

 

 

La historia gira en torno al personaje de la enfermera, interpretada con corrección por Aggeliki Papoulia (a la que ya pudimos ver en Canino como la hija mayor), encargada de reflejar el mensaje del director. La insubordinación, la falta de escrúpulos y el desconocimiento sobre uno mismo sabiéndose solo en el mundo son las herramientas con las que se construye este personaje demoledor. Las metáforas presentes en todas las situaciones ideadas por Lanthimos ayudan a explotar la continua sensación de desconocimiento hacia ese personaje, llegando al punto de no quedar claro siquiera cuál es su vida real y cuál es un encargo para la organización.

 

La aparente falta de medios con la que se ha realizado la película también resulta ser un punto clave.  La poca presencia de músicas, así como la iluminación discreta acentúan los golpes (emocionales y físicos) en el espectador de una forma acusada pero también le restan capacidad de asombro, bien porque ya se conozca el cine del autor, o bien porque la realización lleve a esperarlo.

 

 

Alps

 

 

El cine de Lanthimos presenta una realidad fracturada que es palpable en nuestra sociedad. En Canino lo hizo de una forma verosímil donde las acciones llevadas a cabo por los personajes, aunque bizarras, funcionaban a pesar de la crueldad. Pero aún con unos esfuerzos encomiables por hacer de la inefable labor de estos personajes algo identificable para el espectador, parte de una premisa tan osada y alocada que creer que sentiríamos menos dolor si una persona ocupara el lugar de, pongamos, nuestro padre, resulta una tarea poco menos que imposible.

 

Se trata, pues, de una muy buena película con un guión excelente (premiado en el pasado festival de Venecia) con unos personajes difíciles de olvidar pero con un premeditado ímpetu por sorprender que, a pesar de conseguirlo, resulta cargante.

 

 

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