Calabria

Calabria: “Cosa calabresa”

Francesco Munzi se inmiscuye por medio del celuloide en la mafia. La originaria en las zonas rurales casi inhóspitas salvo por ancianos y las cabras, y forjada por lazos de extorsión, la corrupción y el tráfico de drogas. Y eso que también viaja fuera de Italia, como se marca en esa reunión concertada en Ámsterdam con un grupo de sudamericanos. Pero los negocios son una cosa. Por encima están unos lazos mucho más sólidos en la cultura mediterránea: la familia.

 

Y más en el hampa de este calibre,  la ‘Ndrangueta o Mafia calabresa, cuyo método de ingreso reside en la sangre. Los hijos heredan el negocio de los padres, que suele ser el tráfico de drogas. En una de ellas se centra Calabria: los tres hermanos Carbone pertenecen a uno de los clanes de narcotraficantes que proceden de una pequeña aldea del sur de Italia, Africo. Cada uno está implicado en diferente grado en implicado en el “negocio” del linaje. Luigi está en activo, Rocco se ha apartado más y Luciano el mayor, vive al margen. Tras años sin tratarse, los tres se unirán de nuevo cuando Leo, el hijo de Luciano, pierde el control una noche.

 

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La cinta se apoya más en el drama que en los actos delictivos; estos aparecerán de sopetón, pero el corazón de la película está en el seno de esta manchada dinastía, cuya estructura ya está absorbida por la empresa familiar. El cineasta profundiza en estas almas tan oscuras que difícilmente se ve en alguna un atisbo de claridad (muy bien nombrada está originalmente “Anime nere”, almas negras).

 

El discurso comienza lento, de manera descriptiva para meter en contenido al espectador; que éste observe bien el terreno donde se labra el odio: la miseria del mundo rural versus la tierra de las oportunidades, la gran urbe capitalista.

 

Los hermanos y el entorno de cada uno están muy bien definidos. Luciano el mayor no ha abandonado su estilo de vida modesto alejado del tumulto. Rocco vive acomodado en Milán por las rentas que los años de delincuencia le dejaron, mientras que Luigi se siente vigoroso moviendo los hilos del crimen a sus anchas.

 

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Munzi sirve en bandeja las entrañas de la mafia y consigue cautiva con tanta fiereza confinada en algo muy autóctono de Italia. Ha trabajado bien todas los cimientos que sostiene el drama. La dirección de fotografía es otro punto porque recoge con notoriedad tanto los páramos decrépitos como los diálogos de personajes –el detalle, que no se pierda nunca. El guion es otro mérito del realizador junto a Fabrizio Ruggirello y Maurizio Braucci; adaptan la novela original y resaltan una historia que tiene pujanza en la gran pantalla. Bien llevado eso sí por las interpretaciones soberbias del elenco: Marco Leonardi (Cinema Paradiso), Fabrizio Ferracane y Peppino Mazzotta encabezan el reparto y el trio sale muy bien parado.

 

Su tempo será lento, focalizándose en las pinceladas de cada personaje, profundizando en la cultura italiana y en su fondo más decrépito. Sin prisas, poco a poco, describiendo, relatando hasta llegar a un desenlace brusco y portentoso. Negocios, asesinatos, venganzas, la familia, la Iglesia, riqueza,…  Calabria es una tesis sobre la fusión de la familia y los negocios. Se basa en una novela pero es de un realismo desconcertante, que ataca al crimen desde su oriundez. Desde dentro para afuera, como las buenas indagaciones.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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