Divorcio a la Finlandesa

Divorcio a la Finlandesa: Lo que uno hace por (des)amor

 

El mundo del cine tiene un curioso romance con el desamor. En 1961 se estrenó Divorcio a la italiana, de Pietro Germi, y poco después se alzaría con el Oscar al mejor guión original. Seis años más tarde, en 1967, llegaría El novio de mi mujer (Divorce American Style), que de nuevo llegaría a la gala de los Oscars. Ahora nos llega Divorcio a la Finlandesa y, una vez más, un guión brillante nos hace caer rendidos a los pies de su creador. Y es que esta película consigue que el espectador ría a carcajadas a la vez que trata de no perder detalle de la enrevesada trama que constituyen las relaciones de sus personajes.

 

 

Divorcio a la Finlandesa - Tuula y Juhani

 

 

Una verdad cada vez menos incómoda:

 

Divorcio a la Finlandesa supone, además, una inteligente reflexión sobre el divorcio en la actualidad: una realidad cada vez más normalizada (hasta el punto de la banalidad) con la que convivimos o hemos tenido que convivir todos y que, en este caso, se refleja con todo lujo de detalles, aunque desde la perspectiva exagerada que da la comedia. Así, lo que más gracia puede hacernos es, precisamente, que a todos nos toca el tema de cerca o de lejos y todos podemos identificarnos con alguno de los personajes de este drama contado de una manera tan particular como la que tiene Mika Kaurismäki, para quien no conozca a este realizador son típicos de él los personajes extravagantes y las situaciones llevadas al límite, no es de extrañar que la subtrama de esta película se vea se sumerja en el mundo de la prostitución y la mafia, pero mezclándose con las situaciones más cotidianas para resaltar lo absurdo.

 

Tres bandos. Una guerra:

 

Uno de los rasgos más cuidados del guión es el escaparate de personajes que nos presenta. Desde la pareja de “civilizados” divorciados (Elina Knihtilä y Hannu-Pekka Björkman) hasta el vecino cotilla y entrometido, Kaurismäki nos muestra un elenco de personajes tan excéntricos como divertidos en dos bandos enfrentados (los de él y los de ella) y un tercero en discordia que ejerce de espectador y rompe el ciclo de batallas conyugales… o lo intenta.

 

Por otra parte, esta cinta nace del deseo del director de resaltar que, por fin, los finlandeses comienzan a superar sus problemas a la hora de comunicarse entre ellos y de exteriorizar los problemas (problema que tiene mucho que ver con que en Finlandia el 50% de las parejas esté en vías de separación). La película es prácticamente un recorrido por la evolución en la comunicación de pareja en el país nórdico, partiendo de la civilizada, pero nula, relación entre dos adultos para llegar a la apasionada violencia con la que estallan los conflictos contenidos durante años.

 

 

Divorcio a la Finlandesa

 

 

En resumen:

 

Si bien el final se alarga un pelín más de lo que debería, nos encontramos frente a una comedia divertidísima con gotas de humor negro aquí y allá que os hará pasar un muy buen rato en el cine.

 

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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