Dario Argento o bien ha sucumbido ante los desvaríos de la edad, o bien es un genio y ha construido una enorme parodia del Drácula de Coppola. Y no vamos a tener esa suerte. Hace mucho que el director romano exprimió su talento y no es más de una sombra de lo que fue.

Sin duda Drácula 3D es uno de esos clásicos instantáneos… del cine basura. Obra de culto para ver en compañía de bebida y amigos y pasar algo más de hora y media entre carcajadas. La película hace méritos (muchísimos) para alcanzar esta etiqueta, y lo consigue. Sus efectos visuales de feria se hicieron con equipos informáticos de hace 15 años, la dirección artística directamente no existe con un castillo que parece una casa rural o una estación ferroviaria digna de ver, un 3D para el que hacen falta gafas de sol y un reparto, entre otras muchas cosas, que da lástima. Thomas Kretschmann (Drácula) defiende como puede su papeleta mientras otros simplemente no saben donde están. Unax Ugalde se esmera en imitar la interpretación de cartón de Keanu Reeves en su versión de la novela y Asia Argento debe apoyar a la familia, en lo bueno y en lo malo. Amor de hija. Rutger Hauer por su parte, como buen Erasmus, se mete en lo que sea con una sonrisa a cambio de una buena fiesta.

Seguir enumerando sus despropósitos es hacer leña del árbol caído. Y en el fondo todos ellos conforman una divertida comedia, así que tan malo no ha sido el producto final.

Con trabajos como este Cerezo da buena cuenta de su corazón colchonero. Le gusta sufrir tanto que ya no solo produce la última excentricidad de Argento, sino que echa una mano en la escritura del guión.

Y es una pena, porque desde la premisa se ha intentado adaptar la obra de Bram Stoker con ciertas licencias para darle cierta novedad e interés. Con la ingente cantidad de versiones que ha tenido, que alguien quiera ofrecer un punto diferente, se agradece, por más que los puristas se lleven las manos a la cabeza por culpa de las licencias que se permite (que no son pocas). Pero si lo que se narra carece de sentido, mal vamos.

Aún así, todo amante del terror más casposo disfrutará del espíritu sanguinolento y el erotismo setentero que desprende esta comedia única. ¡Por favor! ¡Si hasta tiene una mantis gigante!