El Congreso: Un futuro pesadillesco

El Congreso

El Congreso

Título Original: The Congress

Director: Ari Folman

Guión: Ari Folman, basado en la novela de Stanislaw Lem

Reparto: Robin Wright, Harvey Keitel, Paul Giamatti, Jon Hamm, Kodi Smit-McPhee, Danny Huston, Sami Gayle y Michael Stahl-David

Israel, Alemania, Polonia, Luxemburgo, Francia, Bélgica / 2013 / 112′

Productora: Paul Thiltges Distributions

La concepción actual del cine como un entretenimiento masivo a las órdenes del capitalismo tiene su origen con la creación de las majors. En el momento en que el arte deja de importar para manufacturar la misma película una y otra vez, son las grandes corporaciones las que mandan…

La concepción actual del cine como un entretenimiento masivo a las órdenes del capitalismo tiene su origen con la creación de las majors. En el momento en que el arte deja de importar para manufacturar la misma película una y otra vez, son las grandes corporaciones las que mandan. Duro de aceptar pero real como la vida.

El congreso, el nuevo largometraje de Ari Folman, utiliza los planteamientos de la novela Congreso de futurología de Stanislaw Lem para dibujar una (totalmente plausible) realidad de la industria cinematográfica que no parece estar tan lejos como sería deseable. El filme se centra en la figura de Robin Wright (interpretándose a sí misma), quien lleva muchos años sin trabajar en un largometraje que le reporte credibilidad. El estudio ficticio Miramount aprovecha las malas decisiones de la intérprete y el paso de los años para ofrecerle un contrato con aparentes buenas intenciones pero firmado por el mismo Belcebú: su imagen y todos sus registros serán escaneados y podrá ser utilizado en cualquier tipo de producto sin que ella tenga nada que decir.

Un punto de partida tan estimulante como aterrador. Plantea preguntas duras, tanto si quien se las hace es actor como si no, que no dejan lugar a la indiferencia. La más obvia y de mayor peso a lo largo del metraje es la falta de libertad. En esta época donde cada decisión personal viene protegida por un halo de libertad, todo se ve mermado cuando el dinero está presente. El maravilloso diálogo a corazón abierto en el que Harvey Keitel desnuda todas las verdades a la cara de Robin Wright es la muestra perfecta de cuán utópicos son los sueños de libertad en la industria del cine.

El Congreso

Pero la otra cuestión latente genera más terror en el público. ¿Cómo será el cine de la nueva era? Ensimismados en encontrar la tecnología definitiva que justifique un gasto exagerado, los estudios dejan a un lado el entregar un producto de calidad preocupado más de una realización efectista y falta de personalidad. En la película se plantea la idea de que todos estos avances no hagan sino favorecer que el molde de la fábrica sea cada vez más fácil de usar y más barato. Un artesano tiene boca para quejarse, una máquina no.

Filosofía propuesta aparte, Folman se confirma con su nuevo trabajo como un cineasta visionario. Si Vals con Bashir (2008) supuso su salto a la fama internacional, El congreso representa la consagración de una mente privilegiada para seleccionar el cómo y el porqué de un punto de vista concreto en el momento indicado. Combinando imagen real y animada, el lirismo y el onirismo emergen como protagonistas indiscutibles en pos de una narración única en su talento. No solo el mundo animado está plagado de imágenes pesadillescas que se graban en la retina; demuestra un brío espectacular con la cámara, haciendo de ésta una herramienta esencial para provocar al espectador.

Folman se arropa para la ocasión de mimbres hollywoodienses muy bien elegidos. El peso recae sobre los hombros de Wright con un protagonista que parece pensado desde su concepción para ella, pero de una realidad tan común que podría haber estado interpretado por cualquier coetánea. Con una capacidad que solo se le atisba gracias al paso de los años, Wright lleva el metraje con total libertad, imprimiendo una pátina de ironía a todo el conjunto. Harvey Keitel tira de oficio y entrega un agente de estrellas acomodado en el cliché cargado de atractiva verborrea hasta el último plano. Secundan a estos dos gigantes Paul Giamatti en un papel demasiado pequeño y Jon Hamm entregando su voz a un personaje de entendible concepción pero con menor peso del necesario.

El congreso es una sublime pesadilla que desata los terrores más profundos e ignotos de aquellos que aman el cine. Una joya que debe quedar en el imaginario colectivo de la comunidad cinematográfica.

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