Mine

Mine: Pasos en falso

Si el cine de terror suele funcionar como termómetro de las preocupaciones de la sociedad de cada momento, el cine bélico podría hacer lo propio con la conciencia política dominante, sobre todo en lo que a EEUU se refiere. Así se explicaría, por ejemplo, el discurso crítico de un republicano convencido como Clint Eastwood en su interesantísima El francotirador. Lejos queda, pues, el patriotismo ingenuo pre-Vietnam, el cinismo exacerbado de los 70 o el atolondramiento mediático de los 90.

 

Armie Hammer

 

En estos términos, ahora vivimos una etapa en la que el discurso predominante es uno de carácter crítico, sin edulcorar. Se apunta a disparar, mostrando la violencia y la crueldad sin paliativos. El bombardeo mediático ha hecho que las sensiblidades hicieran callo y se tolere mucho más la visceralidad. Mine va en esa dirección, pero su mensaje antibelicista no es ni lo único, ni lo más importante que tiene que ofrecernos. Ahí su verdadero atractivo.

 

Sus directores, Fabio Resinaro y Fabio Guaglione, tiran de ambición con esta carta de presentación (es su ópera prima), buscando ir más allá del relato de supervivencia que se le presupone en un principio. La premisa: atrapado en medio del desierto después de pisar una mina, un soldado debe sobrevivir a las duras condiciones del mismo, viene cargada de innumerables condicionantes, como la de contar la mayor parte del tiempo con único personaje que sostenga la narración. Pero «los Fabios» (en los créditos usan una fórmula tal que «una película de Fabio y Fabio»), hacen de la limitación una virtud y construyen un relato que lleva la lucha contra los elementos al terreno psicológico, enfrentando al protagonista a sus propios demonios. Todas las minas que ha ido pisando (y han estallado) a lo largo de su vida se ven reflejadas en la que ahora puede segarla.

 

Mine construye muy bien la tensión y sabe sacar provecho de las posibilidades que ofrece su entorno. Como es de suponer, hay momentos en los que cae en la tentación de forzar las situaciones (una tormenta de arena pocas veces ha sido tan oportuna) para que la acción no decaiga, llevando poco a poco a su protagonista al punto límite que le lleva a la catarsis psicológica correspondiente. En clave de género, Mine no tiene nada que envidiar a otros ejemplos de films de supervivencia vistos estos útlimos años como 127 horas o Enterrado, aunque sin llegar a tales extremos (sus objetivos tampoco van por los mismos derroteros).

 

Apoyados en un excelente Armie Hammer, capaz de aguantar buena parte del metraje solo en pantalla, los cineastas tejen su historia a través de flashbacks y apoyados también en escenas de un corte más o menos onírico para tratar los conflictos de su personaje, así como los momentos de delirio que sufre debido al cansancio y las condiciones extremas a las que se ve sometido. Es en torno a la figura de este soldado sobre lo que se construye toda la película, que pronto abandona su perfil bélico (el primer acto muestra la ejecución y retirada de una misión), para adentrarse en la lucha de su protagonista contra el entorno y contra esos traumas del pasado que siempre le han impedido dar un paso al frente y seguir adelante. Conocemos así no solo al soldado que pone en duda sus órdenes o sus motivaciones para unirse a los marines, sino al hombre que solo quiere reconciliarse consigo mismo.

 

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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