Nanga Parbat: Pasión por las Cúspides

TitularEl 12º Festival de cine alemán de Madrid abrió sus puertas con el film Nanga Parbat de Joseph Vilsmaier (Stalingrado), en trabajo conjunto con Reinhold Messner, protagonista de esta obra hasta cierto punto autobiográfica. Relata la historia alpina de los hermanos Messner y su equipo, enfrentándose a la escalada de la montaña pakistaní Nanga Parbat en 1970, en la cual hacen frente a las dificultades propias de la conquista del mortífero accidente geográfico.

Qué mejor manera de mostrar este episodio que de la mano real de uno de sus protagonistas, el aclamado montañista de alto riesgo, Reinhold Messner (interpretado por Florian Stetter). No obstante, ésta aportación otorga un punto de vista subjetivo del hecho real, por lo que nos encontramos ante una reproducción cinematográfica más que ante una muestra de acontecimientos reales, lo cual es, al fin y al cabo, deseable pero peligroso. Es por ello que uno no sabe hasta dónde llega la realidad y hasta dónde la ficción de quien muestra una situación desde su punto de vista, sobretodo cuando se le ha culpado de intentar resarcirse.

Se agradece la manera sobria, pero sin aburrir, de una película alemana en la que más que mostrar el «arte del alpinismo», utiliza el cinematográfico y sus posibilidades estéticas en un escenario tan naturalmente bello, sin hacer uso de las exageraciones en las que se caen otras películas con esta misma temática como Límite Vertical. Ni desproporción, ni desaprovechamiento.

Una película apta para los/as no aficionados/as al alpinismo, pero que no se sale demasiado de su temática. Con unas actuaciones comedidas, de entre las que destaca Karl Markovics en el papel del jefe de expedición Herrligkoffer, se nos va mostrando ese mundo en el que no todo era compañerismo y en el que, como en todo, había intereses económicos y políticos que estaban por encima de la cima más alta. Como aún sigue siendo. La superación individual y colectiva se unen en hazañas como esta en la que, si bien la gloria es para quien llega primero, el éxito se atribuye a la especia humana en su conjunto.

Adecuada, pues, la conjunción de los recursos que aporta el universo en el que se desenvuelve la aventura; que no es más que una de occidentales que se alejan, en su pasión por las cúspides, de su lugar natal y del que empiezan a conocer allá abajo, en el Pakistán de los 70, que parece haber cambiado hoy tanto como su montaña.

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