A nadie le sonará el nombre de Agneska Holland, pero es una realizadora de origen polaco que, entre otros, ha dirigido episodios de series de HBO como The Wire o Treme además de trabajar en House of Cards. La pasada Berlinale presentaba en competición Spoor, una extraña parábola sobre el comportamiento humano hacia los animales que ambientada en un pueblo de Polonia cuenta la historia de Janina, una mujer que tras la desaparición de sus perros descubre que están empezando a asesinar a cazadores furtivos y decidida a investigar por su cuenta se da cuenta de que estas muertes pueden estar relacionadas con animales salvajes.

Un premio Alfred Bauer en la Berlinale reafirmaba que The Spoor es una de las propuestas más radicales y osadas que se vieron en la competición oficial y, es que uno no sabe si ha visto una, dos, tres o cinco películas cuando termina porque Agnieska Holland compone su historia a través de radicales giros de guión que derivan en constantes cambios de tono. Drama, cine social, comedia negra, thriller, policíaca… no hay un palo que no toque la cineasta y lo más extraño de todo es que funciona.

Funciona si el espectador está dispuesto a entrar en ese extraño juego de locura derivada de la personalidad de la protagonista. Janina, salvajemente interpretada por Agnieszka Mandat-Grabka, es el ideal del empoderamiento femenino, una mujer que controla la situación durante todo el metraje y que su comportamiento está más allá del bien y del mal. Ella será el pilar sobre el que se sostiene, prácticamente, cada plano de una película llena de secundarios que contextualizan un ambiente, el entorno en el que todo se sucede y que, a fin de cuenta, es víctima de su propia miseria.

Se nota que la directora ha trabajado en producciones americanas porque su sentido del ritmo es asombroso, a lo largo de las dos horas que se extiende el metraje la acción no cesa un solo minuto. No hay respiro para el espectador y siempre suceden cosas interesantes pero el guión es tan extremo que no es fácil entrar en el juego que la misma propone y puede encontrar uno la película como algo guiñolesco y ridículo. Spoor es una gloriosa rareza no apta para todos los paladares, pero quien entre en aquello que plantea y asuma bien los cambios de tono y giros consntantes la recordará siempre como la experiencia única que es.