Un amor entre dos mundos

Un amor entre dos mundos: Gatillazo gravitatorio

Un amor entre dos mundos se resume en una atractiva idea que se pierde en un guión torpón, tópico, ilógico, y carente de emoción y desarrollo de los personajes. La película en sí parece una mera excusa para que Juan Solanas se explaye construyendo un mundo cargado de escenarios espectaculares.

 

Un amor entre dos mundos / Kirsten Dunst y Jim Sturgess

 

Como casi toda historia de amor imposible, de dos personas separadas por su procedencia, la de Un amor entre dos mundos basa su desarrollo en la separación de diversos obstáculos que interfieren en el florecimiento del amor. Pero ni Kirsten Dunst le pone mucho corazón ni Jim Sturgess da el pego como chico humilde que lucha contra todo y todos para hacer realidad sus sueños. Las situaciones son demasiado forzadas y se saltan las reglas definidas por la propia película según les conviene. Total, ¿por qué ser coherentes con las ideas planteadas? La coherencia y la verosimilitud son dos conceptos sobrevalorados. El trabajo en el guión se perdió entre los dos mundos.

 

El otro gran eje sobre el que se mueve esta historia de gravedades enfrentadas (aparte de la insulsa trama romántica) es el de la lucha de clases. El mundo inferior se caracteriza por la pobreza y la gente humilde; en el superior reina la prosperidad y las grandes y malvadas multinacionales que quieren mantener el statu quo. Las intenciones están, eso es evidente, pero al igual que con el romance de los protagonistas, el conflicto parece sacado de un manual, regido por la más absoluta previsibilidad y cuyas metáforas con el mundo actual brillan por su falta de sutileza.

 

Un amor entre dos mundos no funciona ni como drama romántico ni como cinta de ciencia ficción. Su único punto de interés está en el acabado visual, Solanas demuestra tener destreza ante la cámara y aunque en algún que otro efecto digital se note la falta de medios, el poderío imaginativo del film puede hacer que más de uno le dé una oportunidad.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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