Un gran equipo

Un gran equipo: Patadas a un balón, patochadas a porrón

El fútbol siempre ha sido un deporte maltratado por el mundo del celuloide. Más asociado a cintas insulsas que a películas con pretensiones, hay que remontarse a Evasión o victoria (John Huston, 1981) para encontrar un buen referente balonpedístico en la gran pantalla. La cuestión es que, para lo que Europa es el deporte rey, para Estados Unidos es el soccer, un divertimento de segunda, y Hollywood no se ha molestado todavía en filmar la espectacularidad del juego de forma realista. La diferencia resulta notable cuando se visionan otras obras relacionadas con el mundo del deporte. Por poner dos ejemplos contemporáneos: Alí (Michael Mann, 2001) e Invictus (Clint Eastwood, 2009) destacan por su brillantez estilística en el ring y la hierba. Hasta Space Jam (Joe Pytka, 1996) se ha erigido, con el tiempo, en una comedia de culto sobre baloncesto.

 

En esta ocasión, el plantel que salta al terreno de juego procede de tierras galas. De primeras, destaca la presencia en el once inicial de Omar Sy, un fortachón actor de color del que ya pudimos advertir maneras en esa película orgullosa de su incorrección política llamada Intocable (Olivier Nakache, Eric Toledano, 2011).

 

Un gran equipo

 

Pero Omar Sy solo es una pieza más de una comedia que arranca con un planteamiento prometedor para bajar nuestras expectativas ofreciendo 97 minutos de entretenimiento del mediocre. A veces, consigue que se nos escape una pequeña carcajada por la absurdez de lo expuesto, pero rápidamente queda solapada por trascendentales escenas de dudosa calidad guionística.

 

Cien por cien autocomplaciente, a pesar de su enfoque perdedor, la película parece hecha con remiendos, como si durante el rodaje el director se diera cuenta de que no llegaba a tiempo para el estreno. La mayoría de las interpretaciones son intencionadamente sobreactuadas y, si bien los momentos futbolísticos no destacan por su brillantez, de los demás poco podemos decir, amén de que son puro relleno. Balones manejados por ordenador y un innecesario cameo de Jean Reno completan un film que no tiene otra pretensión que la de hacernos pasar un buen rato. Pero el rato podría haber estado mejor, para que engañarnos.

 

¿Alguien recuerda Mystery, Alaska (Jay Roach, 1999)? Una película sobre hockey en la que Russell Crowe trata de llevar a un grupo de jóvenes amateurs a la gloria. Pues, salvando las distancias, Un gran equipo es una desmadejada versión de la misma en tono de comedia. Cine para pasar el rato que quizá, en el fondo, cumpla su cometido. Ni siquiera me atrevo a afirmar que sea recomendable para futboleros, pues me resigno a creer que no existan futboleros con gusto por el Séptimo Arte, con mayúsculas.

 

Se suele decir que un gran equipo siempre aspira a estar en lo más alto. Pero, esta vez, Un gran equipo juega, claramente, en segunda división.

 

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