No se aceptan devoluciones: Clavado en la butaca

No se aceptan devoluciones

No se aceptan devoluciones

Título Original: Instructions Not Included

Director: Eugenio Derbez

Guión: Eugenio Derbez, Guillermo Ríos, Leticia López Margalli

Reparto: Andrés Vázquez, Hugo Stiglitz, Eugenio Derbez, Leia Freitas, Ángela Moreno, Gilda Gentile, Nancy Taira, Jessica Lindsey, Sammy Pérez, Arcelia Ramírez, Agustín Bernal, Gregg Lucas, Roger Cudney, Migael Penix, Daniel Raymont

México – EEUU / 2013 / 115′

Productora: Alebrije Cine y Video / Fulano Mengano y Asociados / Grupo Financiero Inbursa / Echasa / Fidecine / Eficine 226

Los adultos con problemas de infantilidad que se niegan a madurar siempre han tenido un innegable atractivo en el cine. Poseen esa predisposición tan capaz para la comedia y a la vez el mejor recorrido posible para que el personaje crezca, cambie y se pueda hablar de un arco con mayúsculas…

Los adultos con problemas de infantilidad que se niegan a madurar siempre han tenido un innegable atractivo en el cine. Poseen esa predisposición tan capaz para la comedia y a la vez el mejor recorrido posible para que el personaje crezca, cambie y se pueda hablar de un arco con mayúsculas. Si el motivo de ese cambio, además, es un infante y el guión trata con ternura la relación entre ambos, añadiendo simpáticos toques tragicómicos, el resultado tiene todas las posibilidades de, al menos, no ser abominable.

En la misma onda que La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) sí, pero sin olvidar Un papá genial (Dennis Dugan, 1999) de la que bebe prácticamente la trama entera y a la que parece querer obviar, No se aceptan devoluciones cuenta la historia de un mujeriego que se ve con un bebé en los brazos y en la búsqueda de la madre del mismo encuentra el amor que parecía no estar buscando en la misma criaturita.

No se aceptan devoluciones

Eugenio Derbez es director, escritor y protagonista de la cinta. De procedencia mejicana, es una estrella en su país, donde ha trabajado tanto en cine como teatro o televisión. Ésta última debe ser la mayor de sus fuentes de aprendizaje, ya que parece tener muy bien aprendidos los engranajes de la telenovela más académica. Con un marcado tono que mezcla comedia y drama ligero a partes desiguales, los mejores gags se suceden en el primer acto, lo que permite ablandar al espectador más escéptico y de ese modo endosarle los chistes de saldo más tarde. La de contador de historias es la faceta que mejor acomodo encuentra dando vida a metáforas simples pero efectivas (como la del miedo y el lobo) que apoyan visualmente de forma impoluta tanto chistes como momentos álgidos.

Las metáforas y el giro final. Si todavía queda alguien en el mundo que abandona las salas de cine mientras la proyección sigue su curso debe saber que, si en algún momento siente el deseo de hacerlo, debe abstraerse y esperar a un final que guarda una sorpresa muy poco esperable en productos de este tipo. Sin entrar en la calidad del momento en sí, merece un elogio la forma en la que Derbez maneja al espectador dejándole creer que va por delante del propio director e incluso haciéndole sentir superior ante tremendas facilidades para discernir la sorpresa. Todo muy telenovelesco, tanto el desarrollo como el desenlace. Pero con todo y con eso, desencaja mandíbulas.

La razón del tremendo éxito mundial que ha resultado ser el filme es su reparto (teniendo en cuenta que el público potencial es latinoamericano). Más allá de la fama del protagonista y de la dulzura de su pequeña partenaire, todo el elenco actoral al completo llevan ese ADN particular de la escuela televisiva latina. Tendiendo haciendo la sobreactuación en el papel de padre bufonesco él y en el de princesa Disney ella, la relación de ambos encuentra una química especial que lleva en volandas la excesiva duración de la historia. Los intérpretes secundarios, al igual que el personaje protagonista, se ven perjudicados por los serios problemas de dicción y los malentendidos idiomáticos.

Una simpática comedia que apuesta sobre seguro con un buen puñado de chistes acertados y una sorpresa final de las que dejan clavado en la butaca.

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