Violeta se fue a los cielos

Violeta se fue a los cielos: Gracias a Violeta que nos ha dado tanto

Los últimos años la cartelera se ha plagado de biopics, y dentro del género, hay un espacio para las figuras musicales. Edith Piaf tuvo el suyo. Bob Dylan también con la singular I’m not there. Actualmente se ruedan los dedicados a Marvin Gaye y a Nina Simone. Pero también hay voces transgresoras en el Sur, como la de Violeta Parra.

 

La chilena fue un referente en su tierra y la cabeza de un clan de artistas. Polivalente, reivindicativa, luchadora contra las injusticias sociales, y sobre todo, rebelde; ese es el rasgo que más sobresale de la artista en la película dirigida por Andrés Wood. El hijo de la cantautora trabajó como asesor del filme, y aportó los detalles necesarios para que la película fuese acorde al estilo de su madre.

 

Francisca Gavilán, actriz curtida en el teatro, da vida a su compatriota. Ella construye una Violeta creíble, le aporta la amargura incesante en su existencia, le da el tono quebrado pero suave a su música, considerada casi como un himno de la cultura chilena. Además de revivir la pasión y la dureza en la que se batió siempre la artista, Gavilán se encargó de interpretar las canciones originales. Sin duda no era tarea fácil para la intérprete: sustituir a la voz del alma de Chile era un riesgo serio, y cierto que la actriz no tiene la voz de Parra, pero le aporta un encanto especial y creíble. Además de aprender a tocar la guitarra y a cantar, debía retratar a una mujer adelantada a su tiempo, profeta de su tierra, que se movió siempre entre los extremos. Y desde luego, ha sabido dibujar a la perfección sus miserias y su carácter, que es la esencia del espíritu del folklore chileno.

 

Francisca Gavilán en Violeta se fue a los cielos

 

Gavilán está acompañada de los secundarios, los que dan vida a los allegados de Violeta, como su padre, sus hijos, o su amante Gilbert Favre, casi veinte años más joven que ella. El elenco actoral sabe estar a la altura y refuerzan el aire punzante que una biografía de este estilo requiere.

 

La cinta recoge esta vida ardiente mediante una fotografía con un halo desgarrador, enseñando el terreno hosco donde se forjó tal personalidad. El espectador aprecia la historia a través de una cortina de tonalidades terrosas, como los paisajes rurales donde creció la cantautora. Ese telón grisáceo envuelve un relato pausado, compacto, construido por melodías y silencios, planos secuencia que describen con parsimonia los momentos de la cantante, desde su infancia, sus viajes o su estancia en París. Violeta se fue a los cielos es un largometraje obstinado y áspero por el que sin embargo se cuela un atisbo de dulzura: la obra de la artista, un patrimonio nacional.

 

Cuando una película biográfica se limita a enumerar datos cronológicos de una celebridad, parece más un telefilme que un retrato. No hay que confundir ficción con realidad. Para fieles testimonios ya están los documentales. Los mejores biopics son los que plasman el alma de la persona, su estética, sus pensamientos, sus texturas, como si el propio artista hubiera dirigido esa obra. Puede que haya muchos detractores a la supresión de la voz original; pero seguramente, si Violeta viviera, estaría conforme con la obra que Wood ha dirigido y su hijo Ángel ha supervisado. Su alma impregna el relato final.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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