«¿Me… estás hablando de sincronicidades?«

Tras los diversos premios cosechados en el Salón del Cómic de Barcelona por obras como Antoine de las Tormentas o la más reciente El Viaje de Gasparetto y tras presentarse ante el gran público en publicaciones míticas como el Pequeño País (con Alicia Encantada) o Tmeo, Luis Durán desembarca ahora en Diábolo Ediciones con Orlando y el Juego, la primera parte de una historia que se mantiene fiel al estilo del guionista y dibujante vasco tanto en su dibujo (único y ligeramente desconcertante) como en un guión fantástico y con gran confianza en la imaginación del lector.

La Sociedad de la Niebla nos presenta a un grupo de seres que podríamos denominar «vigilantes de realidades», o quizás sería más exacto hablar de longitudes de onda ya que Durán nos propone una curiosa mezcla de estados superpuestos en los que el tiempo y el espacio son relativos. Orlando, uno de estos seres de, aparentemente, ilimitado poder, persigue en las páginas de este cómic a uno de sus semejantes, empeñado en utilizar su potencial para cambiar el curso de la historia en múltiples realidades a la vez. Por el camino irá descubriendo cosas sobre sí mismo y sobre su objetivo y quienes le ayudan a la vez que nos lleva de la mano a través de diversas épocas, ambientes y situaciones que debéis descubrir por vosotros mismos.

«El Señor no permite en mi vida día de holganza«

El argumento de Orlando y el Juego es una excusa para que el autor pueda ofrecernos una interesante multiplicidad de visiones acerca de diversos momentos históricos. La Edad Media y la etapa previa a las Guerras Mundiales (con ligeros cambios) son analizadas desde el prisma de momentos pacíficos y escenas cotidianas para arrojar luz acerca de los potenciales infinitos del ser humano y su eterna capacidad para asombrarse a sí mismo.

Ahora bien, es complicado entrar en La Sociedad de la Niebla. El propio estilo de Luis Durán juega en contra del interés en ocasiones, con su manera de no contar nada confiando en que el lector lea entre líneas y junte los retazos de historia entre los largos trechos de conversaciones sobre la vida y sobre los deseos no realizados o realizables de los personajes. Esto significa que uno no se sumerge en este cómic desde su primera página y esto es peligroso si se quiere llegar a nuevos lectores y no a quienes confían en el buen hacer que se le supone a este autor. Conviene dejarse llevar, sin embargo, por el buen criterio de los chicos de Diábolo Ediciones, que han fichado a un fuera de serie que aún tiene mucho que contar con esta historia de espíritu etéreo y longitud de onda variable.