Nasty Pills

Nasty Pills: Drogas para soñar con la venganza

Nasty Pills

En la oscuridad que envuelve las calles podemos descubrir una multitud de locales infectos, lúgubres y desesperanzadores. Todos ellos se esconden tras puertas que nos llevan a encontrarnos con una realidad oculta a simple vista, pero tras ella, descubrimos incontables historias de amor, violencia, sufrimiento y en ocasiones venganza. Nasty Pills es uno de esos relatos oscuros en los que Massacre (Alejandro Miguel de Hoyos) junto con el color de Dani Seijas, nos enseñará lo que hay más allá del umbral y así mostrarnos un mundo decadente y corrompido. Una obra con dosis de acción y gran velocidad narrativa.

El extraño asesinato de un capo a manos de su esposa y su posterior suicidio será el motor que haga que May Campbell, detective de profesión, se enfrente a un mundo de mafias, drogas y violencia de los bajos fondos. Un ambiente crudo y sórdido que controlan unas pocas familias sin escrúpulos. Con todo esto, nuestra heroína armada con dos pistolas y con un buen subidón de drogas en sangre, saldrá a darse a una vuelta por las calles para teñirlas de rojo.

Luchas trepidantes y muchas escenas de disparos marcarán el ritmo de la obra, que estará en un frenesí constante en el que pasaremos las páginas rápidamente hasta devorar el álbum sin darnos cuenta. Nos encontraremos con escasas viñetas por cada hoja y conversaciones dinámicas y ágiles propias de las películas de acción. Diálogos entremezclados con escenas de combate o persecuciones que contarán con todo tipo de lenguaje duro, directo y a la vez claro que dotan de una mayor naturalidad a la trama.

Estamos sin duda ante un cómic de personajes al más puro estilo norteamericano donde predominan las reflexiones internas y la percepción que tienen del mundo que les rodea. En ocasiones, la novela gráfica deja entrever ciertos matices cómicos en alguna respuesta o idea que proyectan los protagonistas, que a veces nos puede recordar al humor negro de las películas de Tarantino, que ayudan a que los personajes parezcan mucho más cercanos y en definitiva, mucho más humanos. Por otro lado, en ocasiones, el escenario queda en segundo plano para incidir más en la personalidad de los héroes de la historia.

 

Nasty Pills

 

En el apartado gráfico de Nasty Pills nos encontramos con un estilo duro en el que se marcan con fuerza las arrugas de las caras o los desperfectos de las paredes de los bares, provocando el clima perfecto para la historia de venganza. A diferencia de sus obras anteriores como Empty Inside o Happy Days que recordaban a obras como Sin City de Frank Miller o Torpedo de Jordi Bernet, en esta ocasión a preferido suavizar el estilo, incluso ha preferido prescindir del blanco y negro que caracterizaba su trabajo y ha optado por otorgar color a la obra. Para tal ocasión ha contado con Dani Seijas para ocuparse del apartado cromático en el que predominará una tonalidad de colores muy oscuros, sin cambios bruscos y que se combina a la perfección con el estilo del cómic. Dani Seijas ha sabido captar la ambientación de Massacre, que hasta la fecha siempre había optado por un blanco y negro sin gris para narrar sus relatos.

Nasty Pills se presenta así como una obra con todos los elementos clásicos de la literatura y el cine negro: detectives, armas, lugares sórdidos, problemas sociales, crimen organizado, etc.. Un género que Massacre domina y plasma en las páginas, pudiéndonos recordar desde las películas de gansters protagonizadas por Humphrey Bogart hasta la novela policíaca europea de Fred Vargas que el autor declara admiración por su trabajo.

Dibbuks publica el nuevo trabajo de Massacre junto a Dani Seijas recopilándola en un único volumen de 80 páginas, en encuadernación cartoné, a todo color y por 16 euros, disponible en cualquier librería. Nasty Pills supone la vuelta del género policiaco que tanto tiempo llevábamos sin ver en el noveno arte, el reflejo de una forma de vivir que se esconde tras las puertas de locales oscuros y tras las barras de tristes bares que siempre espera a que alguien tenga el valor de cruzarlos para conocer las historias que ocultan.

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