«Con la luz adecuada podrían confundirte conmigo«

Llega a su fin el paso de Antes de Watchmen por España con el cierre de la cabecera de El Comediante. Mi relación con este cómic ha sido un tanto tormentosa, mientras que Ozymandias me ha conquistado del primer al último tomo, las desventuras de Eddie Blake me dejan un regusto amargo en la boca. No es por falta de calidad ni por falta de interés: el Comediante es uno de los personajes clave de Watchmen y Brian Azzarello siempre me ha parecido la persona idónea para arrojar algo de luz sobre su oscuro pasado. El problema, como ya adelanté al reseñar el primer número de la colección, han sido los plazos. Obligado a ceñir la historia a seis entregas en grapa, Azzarello ha comprimido sus guiones para meterlos con calzador en el corto espacio cedido por DC para su publicación y el resultado ha sido una trama contada a trompicones en la que cuesta tanto rato entrar que da el doble de rabia ver como se acaba.

Y es que el cómic ha ido ganando poco a poco, con cada entrega, en intensidad y ritmo narrativo. De haberse extendido, no sé, a lo largo de doce entregas en lugar de las pobres seis en las que lo ha hecho nos habríamos encontrado con una obra mucho más potente. Porque se nota que a Azzarello le gusta el personaje. Es trágico, cínico y sincero hasta rozar lo detestable. El Comediante es todo aquello que decimos que debería tener una persona y que, a la vez, nunca querríamos ver en nadie a nuestro alrededor. Es un personaje sobre el que merece la pena explayarse, ojalá le hubieran dejado. Ojalá.

«Eres todo un político«

Azzarello se permite en este cómic hasta jugar con los reflejos, viñetas que cambian el sentido de lo que nos están diciendo según cómo se nos presentan, y juega con las imágenes (aquí deslumbra su asociación con J. G. Jones) hasta el punto de que el cómic habla más sin palabras que con ellas.

En cuanto a las palabras -al guión en sí- Azzarello se pone en esta entrega el traje de teórico de la conspiración para vendernos algunas teorías que no dejan de ser creíbles y que casan a la perfección no sólo con el personaje, sino con su estado final. Este último cómic nos lleva de la mano al principio de aquel que escribiera Alan Moore, nos cuenta por qué El Comediante no tuvo otra salida, nos explica cómo el más eficaz de los supervivientes pudo ser derrotado y, ya de paso, le quita la máscara al Comediante para descubrirnos que debajo de la ultraviolencia y la socarronería había un hombre profundamente enamorado de los ideales que, se suponía, representaba su país y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para preservarlos.

Fantástico es también el cierre de esta colección a ritmo del The Wanderer de Dion and the Bemont’s. Merece la pena leer las últimas páginas con esta música de fondo para sentir a través de Eddie Blake las emociones de una generación que despertó del dulce sueño del American Way of Life a la cruda realidad de un país roto y pervertido. ECC acompaña a El Comediante #6 de los consabidos textos de Felip Tobar y de un póster que un servidor quiere ver ya en su pared. Ha sido un viaje divertido el de Antes de Watchmen, a ver cuánto tardan en sacarlo en tomos.