«En un día pistacho , Delirio y Barnabás salieron a dar una vuelta«

Conocí a Jill Thompson en Expocómic 2014. Yo llegaba de idolatrarla por su trabajo para el irrepetible Sandman de Neil Gaiman y ella se presentó como un torrente de frescura y naturalidad que, al poco de comenzar mi entrevista, ya dejaba perlas como que los buenos cómics deberían poder leerse a cualquier edad. Profesionalmente, Thompson es de esas personas que realmente disfrutan con su trabajo y saben transmitir ese amor. Su trabajo en el relato de Gaiman destacaba por destellos intermitentes de genialidad de esos que te hacen ganar premios Eisner (acumula la friolera de seis), pero pasó a la posteridad por una anécdota que trascendió su objetivo inicial para convertirse en algo independiente y único.

En un momento determinado, la artista decidía representar a Muerte y Sueño con un aspecto muy parecido al ‘chibi‘ japonés (versiones infantiles y cabezonas de los personajes protagonistas de los cómics). Este dibujo volvió locos a los fans, que pronto comenzaron a demandar firmas en los Salones de Cómics a los que asistía la artista que incluyeran no ya sólo a estas dos pequeñas versiones de los hermanos mayores de los Eternos, sino que también quisieron ver versiones del mismo palo de los otros cinco hermanos: Jill no lo sabía, pero habían nacido los Pequeños Eternos.

«Y se marchó volando a buscar a su cachorrito«

Uno de los detalles que elevan a los personajes creados por Neil Gaiman como grandes caracteres de la historia del cómic es su capacidad para ser invocados por otros autores y en otras interpretaciones sin perder un ápice de su personalidad. Jill Thompson crea un cuento infantil que cualquier cría podría disfrutar, pero en él Sueño, Desesperación, Deseo, Destrucción… siguen siendo los mismos que conocimos en la genial serie del guionista de origen británico.

El Libro de Cuentos de los Pequeños Eternos

Me gusta imaginar a toda una generación de chavalines que se críen hoy en día con los Cuentos de estos Pequeños Eternos que ahora publica ECC (un segundo tomo, otras 64 páginas si hacemos caso a la entrevista de hace dos años) y que crezcan y se acerquen finalmente a conocer a las versiones adultas que han estado idiolatrando. Me hace ilusión el concepto de todos estos niños y niñas reencontrandose años después con las versiones adultas y serias de los personajes que habían marcado su infancia. Jill Thompson coge su idea de Sandman y le dota de una segunda vida al dirigirla a un público que nunca habríamos sospechado. El Libro de Cuentos de los Pequeños Eternos es más para fans que paraneófitos. Pero sobre todo, se trata de una experiencia audio-mediovisual que rescata a una serie de personajes que echábamos muchísimo de menos y los lanza de cabeza a las nuevas generaciones de lectores.