«Ahora sube aquí tu maldito trasero. Tenemos trabajo«

De todas las series que han visto reiniciada su numeración en ECC con motivo del Renacimiento deceíta, Green Arrow es una de las que más me está convenciendo. El personaje de Oliver Quinn es uno de los que más complicado resulta llevar en los cómics (prueba de ello son los numerosos altibajos en su colección, alternando etapas épicas como la de Jeff Lemire con otras más olvidables) y resulta refrescante ver lo que ha hecho con él Benjamin Percy en su intento de volver a las raíces y reivindicar la figura de los ayudantes, los dos leit motivs de esta nueva etapa editorial.

En el anterior número Canario Negro regresaba a la colección por todo lo alto, haciendo gala del carácter y la fuerza de uno de los personajes femeninos más interesantes del universo DC, sin embargo, este retorno se veía truncado por la aparente defunción de Green Arrow a manos de su hermana Emiko. No tardaríamos en descubrir que, por poco, pero Oliver había sobrevivido a la traición de su hermanastra, pero este dato sólo lo conocemos nosotros al comienzo del segundo volumen de la colección, que ECC publicó en marzo y que hoy revisamos cuando el cuarto está a puntito de llegar a nuestras estanterías.

«¿A quién le importa el maldito búho moteado?«

Comienza Green Arrow: Renacimiento #2 prácticamente donde dejamos al anterior número. Con un Oliver debilitado y aislado tratando de recomponerse y con Dinah persiguiendo a la supuesta asesina de su amante. Ahondamos y dejamos atrás en este número la primera saga de la nueva colección con la unión al equipo de Diggle, otro de los aliados tradicionales del arquero. Con él a bordo el grupo de justicieros que protege Seattle deja de ser el sueño loco de un millonario excéntrico para pasar a convertirse en un proyecto mucho más serio en el que no abundan los poderes ni los trajes relucientes, pero sí la coordinación y la especialización en unas u otras tareas de los grandes supergrupos. No quise utilizarlo para el título de la reseña, pero el equipo de héroes que nos presenta Percy a partir de esta entrega se me asemeja mucho al de los Defensores marvelitas que veremos este mismo año a través de Netflix.

Green Arrow: Renacimiento #3

Del trabajo en equipo pasamos a una historia mucho más personal con Emiko como protagonista absoluta y en la que Oliver es un mero invitado y Shado poco más que una doncella en apuros. Ante la virtual superioridad física de la medio-hermana de Quinn, Percy juega la carta de su inexperiencia y de la impaciencia de la juventud para lograr que el arquero pueda seguir ejerciendo de maestro en una historia, por cierto, previa a que ésta le acribillase a flechazos y que se compagina con una mucho más actual en la que la ninja-arquera trata de evitar el funesto destino que les une a ella y a su madre con la yakuza. La aventura, contada en dos capítulos, sirve de cierre para el primer arco de la colección y pone el acento en la fuerza y la independencia de sus personajes, una de las características más atractivas de la misma, sin duda alguna.

«Estás hecho de metal, pero hueles como una oveja fumando«

Comienza el tercer volumen con un regreso a la isla que vio nacer al héroe. Aquí seremos testigos de un segundo gran arco (que inicia y da término en el mismo tomo) que se ha dividido, a su vez, en dos aventuras independientes. En la primera, lejos ya de Seattle y de las presiones de la vida diaria, Oliver y Dinah vuelven a encontrarse (en un número sensacionalmente dibujado por Otto Schmidt) y protagonizan junto a Diggle una simpática aventura que aún se alimenta de los coletazos de la historia del arco anterior. La segunda trama, consecuencia de ésta primera y punto de partida para las próximas historias de Oliver y sus aliados, juega con un escenario mucho más pequeño, que obliga a los héroes a sustituir sus armas por el sigilo, aunque los puños no tardarán en salir a bailar.

Momento Sharknado en Green Arrow: Renacimiento #3

Como único aspecto negativo de esta, por otra parte, más que satisfactoria experiencia de lectura pondría el constante baile de dibujantes. A Juan Ferreyra le sustituye Otto Schmidt y a éste Stephen Byrne cada pocos capítulos. Por suerte, sus estilos son lo suficientemente compatibles como para no dar una imagen global de locura visual, pero la compenetración guionista-dibujante se ha de perder a la fuerza cuando no permites que se forme un tándem y nuestra esperanza es que esto no afecte al buen hacer que está demostrando Benjamin Percy hasta el momento en la serie.