El primer tomo de Liga de la Justicia 3000 estaba centrado en describir a las nuevas versiones de los icónicos personajes (unas versiones pasadas por una batidora genética y que eran de todo menos normales) y en dar algunas pinceladas del mundo al que habían ido a parar (con La Tierra, por ejemplo, convertida en un planeta-prisión).

Asentadas las reglas, llega el momento de explorar las posibilidades que ofrece este entorno tan lejano como desconocido. Y salvo por algunas licencias de tono reflejadas en las dinámicas entre los protagonistas y el contexto futurista, poco se diferencia de lo que podemos encontrar en cualquier otra serie.

Keith Giffen y J.M. DeMatteis, sus arquitectos, ya se mostraban conscientes de la escasa novedad de su argumento (la Liga peleándose con los villanos de turno para salvar la situación), así que se han esmerado en la caracterización de sus personajes. Sin embargo, quizás por la inercia ejercida por la propia trama, nuestros héroes distópicos empiezan a parecerse más de la cuenta a sus contrapartidas convencionales. Es complicado mantener una apuesta original cuando hay tantos condicionantes alrededor que empujan hacia los lugares comunes.

Por suerte, esta familiaridad no se impone en ningún momento, y salvo en el caso de Green Lantern y, en menor medida, en Batman, los demás integrantes de esta Liga de la Justicia, siguen a lo suyo. Especialmente divertida es la relación creada entre Superman y Wonder Woman. Ambos saben de que sus «originales» tuvieron un romance, y no son pocas las veces que Kal-El le lanza comentarios al respecto a Diana, quien siempre reacciona con ariscas negativas. Un divertido contraste a la dinámica que comparten en su serie conjunta.

Estos dos tomos sirven para arrojar luz sobre algunos asuntos, como la identidad de Los Cinco, además de dar la vuelta a algunos conceptos presentados en el volumen anterior. A pesar de cierta familiaridad en algunos momentos, los autores saben cuando forzar la maquinaria para tirar por los suelos las expectativas del lector, de tal forma que, además de rescatar personajes del pasado, crean nuevos actores principales, integrados a la perfección en este entorno galáctico en el que nos movemos.

Así, aunque la serie haya perdido parte de su chispa original, sigue manteniendo su tono gamberro, loco y despejuiciado, evocador de esa idea de que en el futuro cualquier cosa es posible.