Geoff Johns cruza los caminos de dos de sus colecciones: Liga de la Justicia y Aquaman y construye un relato de grandes proporciones.

En su ánimo por otorgar un puesto de relevancia a Aquaman dentro del renovado cosmos deceita, Geoff Johns ha querido cruzar los caminos de dos de sus colecciones: Liga de la Justicia y Aquaman y construir así un relato de enormes proporciones que marque un punto de inflexión en la vida de Arthur Curry y sus compañeros superhéroes.

Por esto mismo es conveniente subrayar que no hay que llevarse a engaños. A pesar de que este arco argumental haya sido incluido en la cabecera de Liga de la Justicia, es una historia de Aquaman y amigos. El papel de héroes como Superman o Wonder Woman es secundario (aunque Johns les regala una fantástica conversación en la que nos dejan ver su lado más íntimo). El principal protagonista, y sobre quien pivota toda la acción es Arthur Curry, además de contar con la destacada presencia de Ciborg (otro con mucho que meditar tras el final de la historia) y, en menor medida, Batman (quien siempre anda por medio con planes e inventos varios y con ganas de sospechar de todos). Es por ello, que cuando la acción posa su mirada en los integrantes de la Liga esta decrece en interés. Personajes como Hawkman, Firestorm o Canario Negro pasan prácticamente desapercibidos, apenas sueltan un par de frases y el guionista se olvida de ellos. Tanto que casi habría sido mejor obviar su participación, porque su función como relleno es más que evidente, empañando la apreciación final de una historia, por otra parte, muy entretenida.

Si bien Johns no sabe tratar con el extenso reparto que quiere incorporar a la trama, sí que acierta a la hora de dotar de épica y espectacularidad a la misma. Poco más de un capítulo que hace las veces de prólogo y ya estamos metidos de lleno en una batalla electrizante. El nuevo universo DC tiene muy clara su vocación lúdica, de ofrecer una diversión basada en el espectáculo, la acción y de la idealización de la figura del superhéroe. Más en la línea de la división cinematográfica marvelita (sin sus guiños cómicos) que de la sus propios personajes, arrastrada hacia el oscurantismo y la tragedia épica. No hay que buscarles dobles lecturas o un sentido muy profundo, la única aspiración de Geoff Johns y sus dibujantes es la de ofrecer un entretenimiento de grandes proporciones. Y lo consiguen con creces. Escenarios y situaciones imposibles, traiciones y sacrificios o peleas contra terroríficas fuerzas se dan la mano en un cómic perfecto para dejarse llevar.

Un tebeo de esos «palomiteros» que se lee en un santiamén porque no da un solo respiro al lector y que tiene una gran virtud, es accesible para cualquiera. A pesar de estar integrado dentro de las series regulares de sus respectivas cabeceras (Aquaman #14-16 y Justice League #15-17 USA), El trono de Atlantis goza de la suficiente independencia para leerse de forma individualizada, siendo también ideal para tomar como punto de arranque para sumergirse en alguna de las dos series (principalmente en la del héroe atlante, del que se nos hace todo un recorrido por su pasado y vida actual, introduciendo aliados y enemigos varios como Mera o Manta Negra).