Ya sabéis que en la redacción somos muy fans de Neil Gaiman (los hay incluso de las adaptaciones de sus obras literarias) y es por ello que no nos podemos resistir a hincarles el diente ni a sus trabajos «menores», como es este Los libros de la magia. También es cierto que en comparación con The Sandman, cualquier trabajo es menor. Y contando con la participación del grueso de los personajes mágicos del entorno deceíta para narrar y dar colorido a esta aventura, «menor» es también un calificativo relativo. Pero ya nos entendéis.

En Los libros de la magia (publicado por ECC Ediciones) conocemos a Timothy Hunter, que en esencia podríamos considerar un antecesor del mediático Harry Potter. Timothy, un niño timidillo y algo repelente que usa gafas, resulta tener un extraordinario don para las artes mágicas, algo que inquieta a todo el mundillo. Bien podría ser el hechicero más poderoso de nuestra era, bien podría destruirlo, o incluso ninguna de ambas, y no dedicarse a la magia. Su destino dependerá única y exclusivamente de que decida emprender el camino del mago o no. Y si acepta el reto, de saber andar por el camino correcto.

De esta forma lo que Neil Gaiman nos propone es una interpretación del clásico camino del héroe desde una prespectiva mágica y onírica, terrenos en los que se mueve como Pedro por su casa. Esta familiaridad del autor con el terreno por el que se mueven sus personajes le permite estructurar los tiempos y jugar con los diferentes giros y revelaciones. Se le nota muy cómodo y eso se traslada a la lectura. El guionista nos pone en la piel de Timothy y nos invita a descubrir los rincones de la dimensión mágica del universo DC en compañía del joven. Así que para quienes no conozcáis esta faceta del mundo de Superman y Wonder Woman, con personajes como John Constantine, Zatanna o Etrigan, este es el punto de entrada perfecto. Cualquier muggle podrá disfrutar de esta aventura como el que más.

Los libros de la magia se compone de cuatro capítulos en los cuales Timothy, guiado por distintos mentores, irá conociendo todas las facetas del mundo que podría aguardarle si acomete el viaje de la magia. La obra se presenta, pues, como una suerte de viaje iniciático con un potente carácter de fábula. Además, para hacer más especial cada episodio, cada uno de ellos está ilustrado por un artista diferente que le da su propia personalidad: Charles Vess, John Bolton, Paul Johnson y Scott Hampton. Se destila mucho mimo en la concepción de este cómic, que guarda todas las señas de identidad de Neil Gaiman, con lo que sus fieles seguidores solo encontrarán bondades en su lectura. Para el resto, quizás se le pueda achacar cierta intrascendencia o falta de ambición y no pase de un simple cuento. Pero al final la clave consiste en querer creer o no en la magia.