«Ni siquiera el hombre más listo del mundo es capaz de preverlo todo«

El mes pasado dejamos a Adrian Veidt angustiado ante el poder infinito del Dr. Mahattan. Él, que se había sentido siempre tan superior al resto de los mortales, se encontraba de pronto ante un poder que no lograba comprender y que le sobrepasaba en todos los sentidos.

Partiendo de esa base, el cuarto número de Antes de Watchmen: Ozymandias comienza con un héroe desmotivado al estilo de aquél que ha coronado el Everest y ya no siente emoción alguna escalando colinas. Veidt se convirtió en Ozymandias para vengar la muerte de su chica y, más importante y en el fondo más siniestro, para demostrarse a sí mismo que era capaz de acometer tal empresa. Una vez logrados sus objetivos primordiales y dado que la justicia nunca le ha importado a este personaje, un dato que tendemos a olvidar al estar el relato narrado en primera persona, Ozymandias continúa existiendo porque le sirve a los intereses de su alter ego. El propio protagonista lo admite al principio de la grapa de este mes: Rorscharch, El Comediante, Búho Nocturno… todos tienen más motivos y pasión que él. Sólo que él es mejor que ellos.

«Un grupo como este parece más bien una campaña publicitaria«

¿Y a dónde se dirige un «héroe» sin motivos para serlo? ¿Cómo se mantiene y se convierte en el maldito salvador de la humanidad? Len Wein recurre a un hecho que (como pudimos ver en el primer número de su colección) también marcó al Comediante. El asesinato de Kennedy dio paso (si no contamos con Lyndon B. Johnson) al mandato de Nixon y a sus decisiones con respecto a la Guerra de Vietnam y con respecto a los héroes urbanos. Este cambio de guardia marca el principio real de los acontecimientos de Watchmen y se ha querido reflejar aquí como el punto de inflexión en la vida de los protagonistas de estos cómics.

En cuanto a nuestro protagonista, la muerte del carismático presidente y la posterior reunión (reflejada en el filme de 2009) con el resto de héroes emergentes significaron la fijación final de su objetivo. Ya no se trataba de protegerse ante un «mal día» del verdadero super-hombre. Se trataba de convertirse en el nuevo mesías de la humanidad. Este tebeo ahonda un poco más en la locura y los delirios de grandeza de Adrian, dejando el terreno abonado para dos últimos números que prometen ser tan (o más) interesantes como el resto de la colección.

ECC nos trae este nuevo número acompañado por un nuevo y breve capítulo de El Corsario Carmesí, los consabidos artículos de David B. Gil (que en esta ocasión nos compara esta colección con la del Comediante en tanto a que este número se ancla mucho más a la Historia que los anteriores) y la portada original acompañada por una alternativa de Michael Wm. Kaluta (artista más conocido por su adaptación setentera de The Shadow) que vuelve a hacer hincapié en la personalidad macabra del protagonista.