Imanol Arias: “Siempre tuve conciencia de que tenía que devolver mucho por haber tenido éxito tan pronto”

Entre temporada y temporada de ese fenómeno televisivo llamado Cuéntame cómo pasó , Imanol Arias tiene tiempo para hacer papeles más allá del de Antonio Alcántara. Tras la gamberrada de Anacleto: Agente Secreto cruza el charco para inmiscuirse en el misterio sobre lo que sucedió con el cuerpo de Eva Perón, una cinta llamada Eva no duerme que dirige Pablo Agüero y que pasó por el festival de San Sebastián.

 

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P: ¿Qué es mejor: pegar tiros como Anacleto, o embalsamar como haces en Eva no duerme?
R: Decía Hegel que “la historia se repite primero como tragedia y luego como comedia”. Pues esto es un poco lo mismo. La visión más dramática de un momento increíble, que todavía a día de hoy parece tan vivo como tú y como yo. Son dos películas diferentes. Es muy divertido el trabajo con Anacleto. Dediqué bastante tiempo en prepararlo, entre dos temporadas. Porque no hace falta aclararlo: yo soy como un astronauta que vive en un absurdo del espacio desde hace catorce años, flotando en un trabajo muy relacionado con le hablar, que tiene que llegar a muchos millones de personas y es más generalista. Por mucho que nos empeñemos no es cinematográfico. Es televisivo y casi radiofónico. Anacleto me exigió y permitió cambiar muchas cosas en mi vida de rutina de preparación, de sonreír, de reírme de mí mismo; me han dado hostias por todos lados, me dolían las manos hasta cuando yo pegaba, y al día siguiente estaba tan tranquilo. Ha sido una sorpresa para mi trabajar con Javier Ruiz Caldera y ya le considero amigo. Con Quim Gutiérrez que es un mirlo blanco en este trabajo.
Yo recibo la propuesta en plena temporada de Cuéntame. Y sólo tenía una semana para grabar, de sábado a domingo. no había más. Yo no conocía al director, tardé en encontrar el libro de Pedro Ara, del que apenas hay ediciones, y me lo traen desde Montevideo, el autentico almacén de libros, porque todos te los puedes encontrar allí. Y cuando por fin leo esta historia me parece maravillosa. Yo ya conocía la historia de Evita por una obra de Juan Eloy Menoyo llamada Santa Evita, de la que García Márquez dijo, “por fin, una novela”, siendo de primeras un trabajo de documentación. Y el propio trabajo de la historia tenía unas peculiaridades tremendas. Grabábamos un plano al día de doce minutos, por tanto yo tengo cinco planos en esta película: tres tomas, quince tomas. Llegué un domingo y rodábamos el lunes. Yo algo me había preparado estando en Cuéntame. Pero todo se montaba por la mañana, porque había flores que debían ser cambiadas cada día, se ensayaba por la mañana y la tarde se hacían esas tres tomas. Eso que puede parecer terrible, con un director estricto y meticuloso (Pablo Agüero) me sirvió par ala precisión que tenía este personaje, tan preciso y tan curioso y frio.

 

P: ¿Te ha servido para comprobar que la figura de Evita sigue tan presente en Argentina y en el resto del mundo también? ¿Sería posible que en estos días, con este presente, hubiera una nueva Evita?
R: No , pero no por el poder que se le achaca, sino por el miedo del poder a alguien que trascendió. Cuando alguien trasciende con un lenguaje tan sencillo, es demoledor. Y el poder tiene mucho miedo al conocimiento y al lenguaje popular. Porque la gran mentira del poder se basa en la destrucción de lo popular y en la manipulación y ahogamiento de lo profano. En ese contexto histórico, vivimos en estos dos últimos siglos, con una gran mentira que nos hace vivir esta parte de la historia que nos corresponde, pensando que tenemos algún criterio. Y vivimos en una falsedad. Lo de Evita, ha pasado después en Argentina: han pasado mujeres por el poder que de una manera ridícula se han intentado acercar al mito de Evita. Pero ha pasado también con otras primeras damas: en un mundo donde sólo hay prensa, en el mundo del show y del tweet, Michelle Obama baila en el late night de la noche para ser popular. Hay otras manifestaciones de llegar a lo popular pero no tan profundas y directas como hacía esta mujer que a voz en grito y con una megafonía deficiente, la escuchaban dos millones de personas.

 

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P: Cuando te salen esos roles tan diferentes, ¿Uno como actor los agradece?
R: Sí, es muy privilegiado. Yo soy actor desde pequeño, y soy intuitivo. No fui a la escuela, me formé en una fábrica, soy electricista oficialmente. No era ni siquiera habilidoso con eso. Y eso ha hecho que tuviera un enorme respeto por el único conocimiento que tenía, pero también es verdad que he tenido éxito muy pronto muy superior. Cuando hacía mis primeras películas éramos muy pocos, se hacía menos cine, y siempre tuve esa conciencia de que tenía que devolver mucho por haber tenido éxito tan pronto, hace ya cuarenta años. y un éxito ininterrumpido muchas veces independientemente del trabajo que hacía. Además he tenido esa circunstancia extraña y absurda de estar catorce años, -que insisto, es casi radiofónica-, y es verdad que es emotivo porque cuando estás en tele te sale el ser emotivo. Cuando te metes en algo así, es volver a tu interior. Yo me siento un privilegiado, actuar me permite aprender y seguir intentando ser ese actor que quieres ser y a veces no se consigue en la vida. Para mi no es un esfuerzo, es una manera de crecer, y al ser el único alimento que trasforma mi vida, es muy transformador para mi vida. Es más fácil que consiga algo difícil para mi a través de una película. Me pongo a hacer ejercicio si Anacleto me lo pide, que me lo diga un médico, o mi propia madre. Dejaré de fumar el día que me encuentre con algún personaje que me lo pida.

 

P: ¿Piensas que los actores consagrados debéis vuestros trabajos a los autores de gran talento que están dándose a conocer?
R: El cine está en crisis, pero la crisis se transforma. Como comentas la crisis no ahoga en términos creativos. No es una obligación, es lo que tiene que ser. No lo siento como una obligación. Decía un maestro maravilloso de generaciones pasadas, Manuel AlexandreNo nos quejemos, que este oficio te permite tener un casa, mantener unos hijos y cuando cenas volver a casa en taxi”. Cuando consigues todo eso, es una manera de vivir el oficio. El problema de sólo aspirar a cosas enormes, de no tener una conciencia intelectual, es que estás muerto. Para mi es la gran suerte. Para mi Pablo Agüero me parece que tiene catorce años, me parece tan joven. Pero cuando me propone la película, me dice “quiero una actuación estricta, se lo digo porque no quiero que sea brillante como otras veces porque va a ser ridículo, y no quiero que usted se sienta ridículo, al verse en la película”. Y es que en mi generación tenemos una tendencia todavía a explicar, somos muy didácticos, porque vivimos una época del cine y la transición donde lo didáctico era lo sensato. Y ahora lo didáctico es un verdadero coñazo. Lo que hay que ser es corto, directo y este trabajo tiene mucho que ver con esto: es muy corto en el tiempo, y ha sido muy exigente, haciendo planos de doce minutos, haciéndome a palabras como ubicar. Y me subió la tensión, estuve enfermo los últimos días y vomitando, por encontrarme fuera de «esa nave» en la que vivo.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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