Javier Cámara

Javier Cámara: “Uno no tiene que ser consciente de que está haciendo comedia”

 

Habla y es cercano. Además es un grande y de lo más modesto. Por eso es uno de los actores más queridos de nuestro país. Con Truman (de Cesc Gay), Javier Cámara una vez más borda a su personaje. Es Tomás, un amigo que vive en Canadá de visita en Madrid unos días por ver a su amigo Julián (Ricardo Darín). La historia, muy dura pero muy tierna tuvo gran acogida en San Sebastián. Ahora el actor riojano ha estado en Roma rodando con Paolo Sorrentino. No hay nada que se le resista. Por su paso por el festival de San Sebastián nos habló de Truman. Todavía no se había llevado la Concha a Mejor Actor, pero todos apostábamos por él y Darín ex aequo. No nos equivocábamos.

 

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P: ¿Qué se siente ser como un «Pagafantas» de Darín?
R: (ríe) Ahora al verla en el patio de butacas, me encanta que esta historia que nos hizo llorar tanto rodándola y nos lo hizo pasar tan bien a la vez, que también produzca cierta hilaridad con ciertos gags y ciertos trucos. Me gustó mucho ver cómo funcionaba la comedia entre los dos, no solamente el drama, el respirar que hay una cierta confianza, también el humor. hay varias escenas muy bonitas, el avión, o sacando los billetes. Si es que yo a Ricardo le llevo los café s a los rodajes si quiere, yo se lo he dicho mil veces. Yo ya he trabajado con él. Para mi esta película es un caramelito precioso, con él, con Cesc… Si ya no me quieren llamar en los próximos quince años para trabajar, pues nada, somos amigos, y me paso a verlos por los rodajes a verlos, te juro que yo sería feliz. Es que esta película ya nos ha unido. Con Ricardo siento mucha admiración y mucho respeto y después no tenerle ningún respeto a la hora de decir acción porque es lo que te pide como actor. Lo toma como un juego, y no hay ningún escalafón y el nunca lo ha tenido ni lo pide. Detesta a los actores que se creen algo.

P: Rodar con él entonces fue muy fácil…
R: Hay que tener en cuenta las lecciones básicas, que son luego las primeras que se te olvidan: Apréndete el texto, no te tropieces con los muebles, no molestes mucho, crea un buen ambiente, y cuando digan acción, a volar. Así que te acuerdas de la base, y ves que eso es lo más esencial. Veremos luego las entrevistas y si la película va bien. Pero cuando un actor trabaja con otro actor u otra actriz es eso. Y si el diálogo está bien escrito no hay que hacer casi nada más. Yo he hecho muchas cosas exageradamente, y me han pedido hacer coas muy estereotipadas, o grotescas o divertidas, o mucha comedia en televisión. Es una cuestión de tono, de bajar el volumen, y eso es sencillo: se trata de decir “conecta conmigo y vamos a charlar”. Y se ruedan las películas en este tono. Nadie en el rodaje escucha las conversaciones entre actores porque el director lleva cascos. Luego lo vemos amplificado y compruebas que efectivamente es una escena íntima. Todo el tono lo marca el director, que para esta historia sobre todo tiene que ser muy fino. Y que los actores no hagan mucho más. Así trabajas con estas cosas menos solo que acompañado, es como un partido de tenis.

P: Y a la hora de hacer un drama, con esos puntos de humor, ¿Es difícil a la hora de actuar?
R: Es que no te lo planteas, no sabes no dónde se va a reír la gente. Cesc en Toronto por ejemplo nos decía que se habían reído todo, por las referencias a Canadá. Cada país le hace gracia una cosa, pero hay escenas más concretas, como diálogos absurdos de dos amigos haciendo el gilipollas, y hay otras que te sorprenden mucho. Uno no tiene que ser consciente de que está haciendo comedia. Pero ni con Alex de la Iglesia, ni con Santiago Segura o en Siete vidas. Lo que tiene que pensar es que hay una conversación madre e hijo con Amparo Baró, por ejemplo. Y eso produce hilaridad porque está muy bien escrito. Porque la comedia de situación no es una comedia de gag, es una comedia de situación, y los personajes lo pasan como el culo. En El apartamento de Billy Wilder uno se quiere suicidar y otro ha perdido el trabajo, y eso es comedia. El director es el que hace la película, tú te encargas de hacer tu personaje, ya esté desesperado en un tanatorio con Javier Gutiérrez explicando el tipo de urnas, y la gente se está riendo. Yo quizá es que el error sea que en algunas comedias sí he dado ese punto de humor que no hacía falta. A veces la gente se emociona con cosas muy curiosas. Y esta película además la acaba el espectador. Cada uno va a pensar en una cosa. Empatizamos con este personaje en cómo quiere a su amigo.

 

Los protagonistas en el aeropuerto

Los protagonistas en el aeropuerto

 

P: ¿Crees que la película funciona por ser dos grandes amigos y no ser una historia de amor?
R: Yo creo que Cesc sabía que necesitaba dos actores empáticos. Aparte de que manejaran las comedia, que fuésemos dos actores cercanos, no solamente para vender la película sino para que produjéramos una cierta ternura o acercamiento al espectador porque él iba a narrar una historia dura. Necesitaba que nos conociésemos y hiciésemos “click” y funciona, como si se montase una cosa de Ikea y queda a la primera. Y así que el público no entrase desde un lugar muy dramático sino desde un lugar más tranquilo. Porque la escena del médico es terrorífica, entonces necesitas dos actores que lo acerquen bien al público y con cierta parsimonia, yendo a comer, comprando libros para perros, y no hablando, porque además los chicos no queremos hablar de esas cosas.

 

Javier Cámara con Truman

Javier Cámara con Truman

 

P: ¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje y del de Darín?
R: Del de Ricardo, me encanta su valentía: cómo de repente alguien, pese a estar un año pensando, ha tenido la clarividencia de poner las cosas en orden, y con cierta cautela se va despidiendo y poniendo las cosas en orden, a veces metiendo la pata, pero intentando hacerlo bien con todos y su entorno. El hecho de pensar que no se va a quedar llorando y quiere fumar un porro, beber un whisky, pasear con su perro y aprovechar esos cuatro días de su amigo en Madrid. Esa valentía y clarividencia que les da a esas personas el hecho de enfrentarse a algo tan terrible. Y del mío, me gusta su silencio, que se calla porque tiene mucho miedo de meter la pata con su colega, y también me gusta que es un buen amigo. Porque lo que quiere el personaje de Darín es tomarse unas copas, estar tranquilo cuatro días, y lo quiere Tomás es salir corriendo, ir a dar un beso a sus hijos y abrazar a su mujer. Él piensa «no quiero perder un minuto de ellos, porque esto se acaba». Creo que es la lección que saca este hombre de ahí. Y eso que le gustaría irse corriendo en cuanto ha llegado.

P: Después de un proyecto tan duro y emotivo, ¿no te gustaría algo más ligero?
R: Yo creo que le pasa a Cesc (ríe). Porque viene de Una pistola en cada mano, de mostrar lo patéticos que somos los chicos, y ahora viene con Truman, que es muy personal para él. Yo creo que quiere hacer una comedia con chicas. Ahora con la promoción no pensará mucho en cómo lo enfoca. Porque Ricardo y yo hemos hecho más películas en medio y él nos mira con cierta envidia sana (ríe). Y sí, te dan ganas de hacer comedia, pero yo ahora estoy rodando en Roma con Paolo Sorrentino y con Jude Law. Estas en otro país, hablando en inglés, y aunque es un drama, piensas, ¡Qué maravilla! Cada cuatro meses cambias de vida, de amigos, de familia, es un poco psicótico y esquizofrénico, pero es curioso.

P: ¡Y con Sorrentino además!
R: Y encima eso. Ya hablaremos de ello además. Me encantaría hablar de ello pero de momento no puedo. Con Jude Law, Diane Keaton, James Caan, es una serie para HBO. Genial.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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