Manuela Vellés: «Me costó verme sufriendo tanto»

Manuela Vellés, joven actriz de 24 años, se dio a conocer gracias a Caótica Ana de Julio Medem. Ahora, cuatro años después, la hemos podido ver en la serie Hispania y (lo que nos trae hasta aquí) en Secuestrados, el segundo largometraje de Miguel Ángel Vivas, en el que interpreta a una adolescente que, junto a sus padres, son secuestrados en su propia casa. Charlamos durante unos minutos con Manuela sobre su personaje y la película.

Pregunta: ¿Cómo te llegó el proyecto?
Respuesta: Pues a través de Vaca Films, la productora. Me mandaron el guión y lo leí de un tirón y me dije: «Esta experiencia la quiero vivir, me apetece probarlo«. Para mí era un reto enorme, era una prueba y no sabía cómo lo iba a hacer, pero me apetecía mucho.

P: La película está rodada en planos secuencias ¿Cómo se trabaja en ellos? Es casi como una pequeña pieza de teatro.
R: Es muy estimulante para un actor porque sabes que tienes que estar bien durante 12 minutos y que no va a haber ninguna trampa ni ninguna ayuda porque la cámara te va a captar todo el tiempo. Y es mucha responsabilidad porque tienes que estar bien en todo momento para no fastidiar a los demás en el plano. Es lo más parecido al teatro dentro del cine, sí. Además rodamos cronológicamente, lo cual también nos ayuda porque en una película tan dura había que seguir una evolución; era muy importante sentirla en el tiempo.

 

Manuela Vellés

P: En una película rodada de forma más convencional se pueden repetir tomas hasta 20 o 30 veces, ¿aquí cómo ha sido?
R: Aquí a lo mejor llegábamos a repetir seis o siete veces, que ya es mucho para un plano así, pero sí, muchas menos veces. Lo que hacíamos era ensayarlo mucho antes de rodar y como era un rodaje nocturno, de 6 de la tarde a 6 de la mañana, en realidad empezábamos a rodar a las 4 de la mañana después de habernos preparado, ensayado todo, para ya intentar darlo todo. Porque claro, los actores no íbamos a los ensayos a dar el 100% de lo que íbamos a sentir. Primero porque era un desgaste horrible, y segundo, porque quizás luego no íbamos a llegar de la misma manera.

P: Lo que queda claro es que es una película muy de actores. Aquí no hay un montaje que pueda disimular fallos en las interpretaciones.
R: Claro, es lo que te había dicho, que no hay truco. Y por eso tienes más responsabilidad. Estimula más y sientes más la adrenalina, la dificultad y te tienes que poner a la altura. Y sobre todo yo, con estos actorazos como son Ana Wagener y Fernando Cayo a los que admiro un montón, tenía que estar a la altura de la situación y las circunstancias.

P: ¿Cómo ha sido la preparación del personaje?
R: Lo primero era ver un poco como era esa niña. Es una chica que está en un momento de querer salir con sus amigos y de pasar un poco de los padres. Preparamos mucho la familia, el vínculo entre nosotros para que pareciese una familia muy real y llegar a situaciones muy cotidianas, a conversaciones de un día cualquiera. Cuando ya entra la acción y aparecen los secuestradores, no había técnica. Ahí nos planteamos ya tirarnos a vivir la experiencia como si fuera nuestra y no sabíamos lo que íbamos a hacer hasta el momento de rodar.

P: Una vez vista la película como ha quedado, ¿notas mucha diferencia con respecto a lo que rodabas?
R: Sí, es muy distinto porque yo en realidad rodando no sentía miedo. En el rodaje sentía más cansancio y agotamiento que el miedo que luego recibe el espectador. Yo como espectadora sentí una tensión increíble, desde el principio hasta el final. Mantiene todo el rato en vilo. Me costó verme sufriendo tanto porque casi puedo decir que he sentido lo que se sufre en un secuestro y sólo imaginarme lo que me pudiera suceder me produce pavor.

P: ¿Te identificas con el miedo de los personajes?
R: No, en realidad no. Yo nunca había sentido miedo de que entrasen en mi casa porque he vivido siempre en un piso en el centro de Madrid. En mi vida he sentido miedo; en ocasiones quizás estando sola, pero no he tenido más miedo desde entonces por hacer la peli.

 

Foto: ROBERTO GARCÍA

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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