Mateo Gil

Mateo Gil: «Blackthorn reivindica otro tipo de aventuras que también pueden ser muy entretenidas»

Mateo Gil vuelve a la dirección 12 años después de debutar con Nadie conoce a nadie y lo hace echando la vista atrás, homenajeando a los clásicos del western y acompañado de Sam Shepard y Eduardo Noriega. El director canario reivindica un tipo de cine que parecía que ya no tenía cabida hoy día entre tanto producto palomitero. Con Blackthorn, Mateo hace una arriesgada apuesta de la que charlamos en esta entrevista.

 

 

Pregunta: Parece que en los últimos años hay un cierto interés en recuperar el western con películas como Apaloosa o Valor de ley. ¿Crees es una moda o que puede estar relacionado con la crisis puesto que este género intenta recuperar unos valores?
Respuesta:
Puede ser que tenga algo que ver, el hecho de que vengan tiempos de crisis y de volver a plantearnos ciertas cosas que tienen que ver con la convivencia y el sistema con el que nos organizamos, porque es un western que es un género que trata, fundamentalmente, del nacimiento y crecimiento de una nación y de la relación del individuo con su entorno, sea natural o sea el entorno humano. Puede que tenga que ver la vuelta del western con eso. Que coincide con una cierta vuelta del cine político, sobre todo en forma de documental y curiosamente también con una especie de vuelta atrás en el estilo, se mira mucho hacia los años 70. Quizás todo tenga relación. Bueno, el western siempre ha estado ahí, no ha terminado de morir nunca, pero es verdad que tiene años que hay más presencia y años que menos. Y ahora por fortuna está volviendo.

Mateo Gil

P: Muchos de los títulos que han ido apareciendo son de directores a los que  se les considera autores…
R:
… Y películas muy arriesgadas, porque Apaloosa era una película bastante arriesgada. La de los Cohen también, aunque ellos se lo pueden permitir y ha habido otras como Open Range de Kevin Costner que pasó sin pena ni gloria pero era buenísima y la de Jesse James que me parece fantástica. Esa era arriesgadísima y de hecho creo que se metieron una hostia importante; era una película muy ostentosa y creo que eso hizo que el público la rechazara de primeras. Yo la primera vez que la vi me sentí un poco ajeno, pero luego en las revisiones me ha ganado muchísimo.

 

P: El guión en esta ocasión lo firma Miguel Barros, ¿cómo te sientes más cómodo, en la parte de guión o dirección?
R:
Yo siempre quise dirigir, la verdad. El acabar siendo guionista fue un poco por circunstancias, tuve la suerte de ser muy buen amigo de Alejandro y de que me cayera ese oficio y lo aprendí un poco sobre la marcha, de lo cual me alegro muchísimo ahora porque sin una base literaria sólida no vas a ningún lado. Ahora me gustaría variar porque no te creas que me muero por dirigir, si de pronto aparecen proyectos de guión me lanzo. Me atrae la idea de proyectos que me hagan aprender, una inmersión, por ejemplo como la de Ágora, que tuve que aprender de astronomía, o ésta, que de pronto me obliga a investigar en otras épocas, en qué medida eran parecidas o diferentes a la nuestra… es algo que atrae, aprendes mucho.

 

P: ¿Cómo afrontas el dirigir un guión ajeno? ¿Te enfrentas de otra forma al proyecto?
R:
Pues mira, te diría que siento esta película más propia que la otra, aunque el guión lo firmara yo. Porque la otra era un encargo que en principio no iba a dirigir yo, iba a ser para otro director fuerte del momento y con vistas claras a que fuera la película de las navidades de Sogecine. Fue una película muy taquillera pero nunca la sentí tan mía como probablemente sienta esta. Además a la hora de rodar llega un punto en que el guión ya te lo sabes de memoria. Yo no siento diferencia entre guión ajeno y guión propio.

Mateo Gil

P: ¿Podría hablarse de una lectura de «metacine» en Blackthorn? Está el viejo Hollywood representado por el personaje de Shepard, que es sustituido por las nuevas generaciones…
R:
… Pero no tenemos el alma de los antiguos. Pues sí, esa lectura está ahí. Lo que había -consciente e intencionadamente- era el deseo de mirar atrás a un cierto tipo de cine que se hacía y ya no se hace y que creo que podría tener su lugar en el espectador; porque a veces da la sensación de que hablamos de lo que al espectador le gusta ver cuando en realidad se le está imponiendo lo que quiere ver. Es decir, yo me pregunto hasta que punto lo que el espectador quiere ver es Transformers o es que el bombardeo publicitario es tan grande que al final es lo que quiere ver porque sí.  En ese sentido, de alguna manera esta película mira un poco atrás y reivindica otro tipo de aventuras que también pueden ser muy entretenidas y que te pueden satisfacer en la pantalla.

 

P: Tengo entendido que Amenábar estuvo implicado en la película.
R:
De dos maneras. Hay un grupo de amigos que cuando estamos en fase de montaje siempre nos sentamos, le ponemos la película a los demás, la destripamos, lo destrozamos todo y de ahí se sacan conclusiones muy interesantes para seguir montando. Y Alejandro vio el montaje como tres veces hasta ver la peli terminada. Y también me ayudó en la preparación porque yo estaba en Bolivia. Tenía programado hacer un alto en la preparación en Bolivia para venir a España coincidiendo con que los actores europeos venían a hacerse pruebas de maquillaje, de vestuario, etc. Ese viaje no lo pude hacer, se complicó tanto la preproducción en Bolivia que me fue imposible. La alternativa era que llegaran a rodaje sin haber hecho una lectura de guión en común. Entonces me empeñé en que alguien hiciera un poco de maestro de ceremonias en esa lectura y bueno, quién mejor que Alejandro. Le pedí el favor, lo hizo encantado y de hecho se tomaron decisiones muy importantes gracias a algunas sugerencias que hizo. Y los actores estaban encantados de poder hacer una lectura y un ensayo con Amenábar, yo les decía: «Además es mucho mejor director que yo. O sea que poneos en sus manos«.

 

P: Al riesgo añadido de hacer un western, haces uno que remite –aunque indirectamente- a Dos hombres y un destino.
R:
Teníamos miedo a que mucha gente dijera: «¿Pero cómo se atreven a resucitar a Butch Cassidy a estas alturas? Y además desde España«. Teníamos miedo a que se creara una corriente en contra pero sabíamos que una vez que se empezara a ver la peli se iban a dar cuenta de que va por otro lado. Butch Cassidy lo que pasa es que encarna una serie de valores que son justo los que necesitábamos. Por lo que él fue en su vida real, que además son aspectos que no están muy recogidos en Dos hombres y un destino.

Mateo Gil

P: Se planteó rodar en la Ciudad de la Luz. ¿Por qué al final no fue así?
R:
Sí, se planteó seriamente. Lo de la Ciudad de la Luz era intentar hacer algunos decorados en plató y rodar cosas cuyos paisajes se podían encontrar en Alicante, concretamente los paisajes norteamericanos, los flashbacks con los actores europeos por una cuestión de que los actores estaban en Europa y porque en el altiplano de Bolivia no pensábamos que se fueran a encontrar paisajes que parecieran Norteamérica. Pero una vez allí vimos que sí se podían encontrar esos paisajes con algunos sacrificios y sobre todo nos permitía enfrentar el rodaje como un todo y jugar con el plan arriba o abajo. Lo de Alicante nos partía mucho pues de pronto tienes que incorporar equipo nuevo que no sabe de que va la peli. Había ventajas en el hecho de quedarse en Bolivia y así lo decidimos.

 

P: Pero en algún momento os llegaron a poner…
R:
… Lo que pasó es que algún periódico, no recuerdo cuál fue, pero alguien publicó que nosotros habíamos perdido una ayuda de la Comunidad Valenciana, pero eso es sacar las cosas de madre. Efectivamente si tú ruedas en la Ciudad de la Luz tienes automáticamente una ayuda de la Generalitat, si no ruedas pues no la tienes.

 

P: Ya para ir terminando, al margen de los paralelismos con época actual, el film transmite un mensaje de que todas las decisiones tienen sus consecuencias.
R:
Creo que eso es algo que es muy inherente al western, porque el western es un género que por estas razones que hablamos de motivos políticos y demás, es un género que tradicionalmente ha reivindicado la libertad personal. Es algo que en EEUU es sagrado. Pero eso implica que efectivamente tus decisiones, tus actos tienen consecuencias. De hecho es el país en el que se formalizó el famoso ojo por ojo que es algo que daría para hablar mucho, pero de ahí viene, yo respondo por mis actos y si un tipo se siente ofendido por lo que yo he hecho tiene derecho a retarme en duelo, que tiene cojones la cosa, pero así fue durante una época. Es algo apasionante si lo estudias un poco a fondo.

 

Fotos: PABLO PANIAGUA

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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