«Así es como se acabó el mundo«

Sé que lo digo con cada nuevo número que publica Panini, pero Jeff Lemire está haciendo oro con esta serie. Su visión del Viejo Logan me tiene cautivado y hoy por hoy es la colección que con más ganas espero cada mes junto con la estupenda Doctor Extraño de mi adorado Jason Aaron. Conservando el espíritu de la serie original de Mark Millar e introduciendo las variaciones justas para que la cabecera se sostenga por sí misma sin mirar al reloj, Lemire ha consolidado su proyecto y ahora puede dedicarse, incluso, a capítulos de transición como el que nos ocupa hoy, que no avanzan en la trama, pero profundizan en el personaje y su historia pasada, presente y quién sabe si futura.

Como ya ocurriera al llegar al final del primer arco y con la entrada de Logan en la Extraordinaria Patrulla-X (y quizás precisamente porque esto sólo se nos mostró en dicha colección), Jean Grey se coloca frente a nuestro protagonista como su gran asidero y su ancla para cuando las cosas se pongan feas (esto me hace temblar, ¿qué pasará en el momento en que todo se tuerza y Jean no esté?). De hecho, la joven versión del gran amor de Logan es la gran protagonista de este número, con el que Lemire sigue llenando los huecos que dejó a finales de la década pasada el relato de Millar.

«No deberías haberme traído aquí, Jeannie…«

La psíquica recoge a un Logan aún dolorido en el alma por los sucesos de la saga que acaba de terminar y se lo lleva de paseo (cortesía de una cada vez más indignada Cerebra) por los escenarios del apocalipsis que el mutante de las garras de adamántium tuvo que presenciar (o le contaron) en el futuro distópico del que procede. Así, vemos el inicio de la batalla de Nueva York, la ‘Caída de Pym‘ o (esto escuece) repetida la matanza de Logan en la escuela Charles Xavier. Lemire hace que Jean empuje a Logan a recordar para compartir (y a través de ello sanar) y usa esto para contarnos partes del Viejo Logan original que no nos fueron desveladas en aras de un relato más ágil y en las que ahora el autor se puede detener con calma (excepto la tercera, que Lemire, de hecho, acorta al dar por sentado que la conocemos).

El Viejo Logan #70

Este es otro de los puntos fuertes de esta serie. Lemire ha sabido muy bien en qué partes del pasado merece la pena detenerse y cuándo y Millar creó un universo tan espectacular y variado que aún queda muchísimo por desentrañar y relatar. La alternancia de los recuerdos apocalípticos con las aventuras del presente sirve, además, para relativizar los conflictos que asolan actualmente a los personajes de La Casa de las Ideas. Cuando me pregunto qué bando escogería Logan en Civil War II me gusta responderme que ninguno: al lado de lo que se vio obligado a vivir esto no deja de ser una pelea de patio de colegio entre dos amigos que, desafortunadamente, son demasiado poderosos y egocéntricos como para sentarse a hablar.